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S IX T O MARIA DE PESQUERA, O. F. M . CAP. 285 h a b ía de p receder a la Misa de Comunión de la media noche, pudo con toda ve rdad com enzar a s í: «Jesucristo, el Jueves en que institu ­ yó la Sagrada Eucaristía, no estaba rodeado sino de hombres. A l m e­ nos el E va ng e lio no nos dice que estuviese a llí n i siqu ie ra su m ism a Madre, la V irg e n S an tísim a . Y ahora en La Paz, en este tem p lo prin ­ cipal, solo está también cercado de millares de h om b r e s»... Y e ra exacto. L a m u ltitu d a p iñ a d a in v a d ía todo el espacio de la am p lia ig le sia, que cuen ta con más de cu a ren ta m etros de an ch a po r o chen ta de la rg a . Y en la m ism a e sc a lin a ta del pó rtico p e rm a ­ n e cían , de p ie y fue ra , cen tena res po r no tene r cab id a en el in te rio r. Y desde a llí o rab an un ido s a los de den tro y en tonaban cán tico s de jú b ilo , en espera del momento supremo de re c ib ir la S ag rad a E u c a ­ ris tía . A l lle g a r la Com un ión del San to S a c rific io , diez sacerdotes p a rte n p rim e ram en te del a lta r de la ce leb ración seguidos de otros tantos, que a du ra s penas lo g ran ab rirse senda por entre la ab ig a rrad a m u l­ titu d p a ra , desde d ive rsa s p a rte s del templo, re p a rtir a todos el P an de los Angeles, y a que ace rcarse a l a lta r e ra imposible. Y cuando, p a sada la u n a de la m ad rugada, aquel to rren te hum ano desemboca h a c ia la calle, lle vando en el pecho a C risto , y fe licitándo se de h a ­ ber vencido ta n ta s cosas que h a s ta la fe ch a les re te n ían ale jado s del D io s; n ue va ola de caba lle ro s se e xp laya en el in te rio r en espera de p u rific a rs e de sus cu lpa s, y así c o n tin ú a du ran te toda la noche. A los perdonados, se les va d istribuyendo cada poco el P a n de los fuertes. ¿Diez, doce m il Com un iones rep a rtid a s? Ese fué el núm ero de las Fo rm a s con sag radas p a ra solo este acto en el templo ca ted ra licio . Y sum ando los otros m illa re s que, a la m ism a h o ra , se e staban dando en los C en tro s que, po r h a lla rs e ale jado s de la C a ted ra l, se les h ab ía au to rizado a tene r esta conm em o ración e u c a rís tic a a m ed ia no che ; y añad iendo asim ism o la s que, a la m añ an a siguiente, se d istrib u ye ro n en la s M isa s de Com un ión o rgan izadas en todos los C en tro s; y ade ­ m ás la s m ile s y a dadas en los actos de los jóvenes, obreros y m ilit a ­ res, que ya lo h a b ía n hecho en sus perspectivos d ía s ; se com p rende­ rá que no e ra h ipé rbo le sino re su ltado de hechos veríd ico s, el títu lo que, con gruesos cara cte res, apareció en la p ren sa de la c a p ita l: «30.000 Hombres renovaron el Jueves Santo».

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