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2 8 4 A LA CONQUISTA DE UN ’ ’ MUNDO MEJOR’ ’ Los 48 Centros M isionales, establecidos en la urbe, re su lta n in c a paces de con tener a l inm en so gentío que, desde e sta h o ra , acuden a ellos. Solo m ediante u n buen montado se rvicio de altavoces se log ra atender a los que, ap iñados, se e n cu en tran fu e ra del re c in to del tem plo, en p le n a calle. E n la ce rem on ia del acto en el Cem en terio, se congrega u n a m u chedum bre no in fe rio r a 65.000 personas, que, sobre la tie rra m ism a en que y a de scan san los restos de cuan tos les h a n precedido en el tiempo, o raban po r su s d ifun to s, o fre c ían en su fra g io la S an ta M isa, y e scu ch ab an silencio so s la p a la b ra del M isione ro , m ed itando sobre lo h u id izo del v iv ir, lo cierto es que el m o rir, y p ro po n ían e sta r siem p re p reparado s p a ra el momento supremo de su b ir h a s ta la p re se n c ia del Todopoderoso y re n d ir cuen tas de nuestro paso po r la tie rra ... De 28 á 30.000 fué el núm e ro de sólo caballeros que se d ie ron c ita en el lu g a r más am p lio y cén trico de la urbe, el Obelisco, p a ra acom p a ñ a r a l d iv in o R eden to r en las 14 estaciones del Viacrucis p en iten cial, o rgan izado exclusivam en te p a ra hombres. Y a llí, a l fren te de ellos o fo rm ando en la s fila s p en iten cia le s, e staban los m isione ro s y el clero diocesano y re gu la r, los señores Obispos de Corocoro y el de O ruro, el Obispo A u x ilia r y el seño r A rzobispo de L a Paz, y el m ismo N un cio de Su S an tid ad en B o liv ia . Y ante el am o r de u n D ios que da su v id a po r los m ismos que, de con tinuo , le c ru c ific a n , se eleva de todos los pechos u n fé rvido rum o r de p le g a ria y de p e rd ó n : «por los que, odian y persigu en ; por los que se obstinan en su propia cruel dad y se complacen en el suplicio de sus victimas-, por los equivoca dos que fanatizan su equ ivocación; por los que su fren y tienen ham bre y sed de justicia ; por los que viven sin saber nada del amor de D io s ;... ¡ Perdón, Señor, p e rd ó n ! ¡ P e rd ón ! para nosotros m ism os: por no ser ju stos y santos en la Verdad de D ios; por no saber vivir herm osam en te nuestra Verdad y nuestra Vida; por no sen tir el m is terio del arrepentim iento de nuestro dolor» ....... Y a llí, aún de ro d illa s an te el C risto del perdón, p rom e tían todos los asisten tes re co n c ilia rse con el Seño r en el Sacram en to de la P e n ite n c ia . Y la p a la b ra fué fie lm en te cum p lida. E n la fe ch a de te rm inad a p a ra ace rcarse los hom bres a l S a c ra mento del Amor, el gentío fué, ya de víspe ras, ta n inm en so en el templo m e tropo litano de la C a ted ra l, que re su ltab a im posible f r a n quear la s p u e rta s de acceso. Desde p rim e ra s h o ra s de la ta rde , más de 30 sacerdotes e staban a llí recib iendo la s con fesiones de c a b a lle ros que, en fila s in te rm in ab le s, ag ua rd aban tu rn o ante los confeso narios. H a c ia el ano chece r fué p reciso a um en ta r el núm e ro de los m in istro s del perdón. Y cuando a la s 23 ho ras, escalaba el p ú lp ito de la ig le sia el P. D ire c to r de la M isión p a ra d irig ir la H o ra San ta, que
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