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2 5 8 COMO VE RAM IREZ LA FILOSOFIA DE ORTEGA pectiva , del p roblema. Creo que su v isió n d in ám ic a del ser, en vez de neg a rla en absoluto, es p reciso in te g ra rla con la v isió n re a lista . E l «esse» y el «fieri» son falso s en cuan to p retenden ser cada uno lo absoluto, pero verdaderos en cuan to exigen b e lig e ran cia . O rtega no h a visto su in te g ra c ió n ; pero tampoco aparece en el P. R am írez. L a c ita del P. Ib e a s en la p ág in a 210 dem ue stra que la apo rta ción de O rtega no h a sido debidam ente in te g rad a en la filo so fía tra d ic io ­ n a l. A lgo sem ejan te cabe de cir de los dos c ap ítu lo s sigu ien te s, en los que a n a liz a n la s ideas de hombre y del «yo». A travé s de ellos uno sien te la im p re sión de a s is tir a u n diálogo en el que los in te rlo cu to re s h ab la se n d istin to idiom a. L a in te rp re ta c ió n del famoso «yo soy yo y m i c ircu n stan c ia » nos d e ja perp lejo s, s in sabe r si el P. R am íre z h a ­ b la en serio o en b rom as y la con clu sión de la p ág in a 250 es m e jo r p a sa rla po r alto. E l cap ítu lo ace rca del concepto de ve rdad co n tie ­ ne u n a m a g n ífic a exposición de la d o c trin a tom ista. E s u n cap ítu lo excelente, pero en el que se h e c h a tam b ién de menos la v a lo ra c ió n po sitiva de Ortega. E s éste acaso el defecto m ás visib le del lib ro , en el que no aparece lo valioso de Ortega, sino lo c ritic a b le , y esto s in que se tra slu z c a u n a fá n de in te rp re ta c ió n , sino m ás bien de conde­ nación . E n torno a la c rític a de la lóg ica p regun tam o s: ¿qué es lo que O rtega n iega en el p rin c ip io de co n trad ic c ió n ? E n torno a la h isto ric id a d de la e xisten cia h um a n a y po r con sigu ien te de la filo so ­ fía , tem a hoy que ocupa el p rim e r p lano de la s p reocupaciones filo ­ só ficas y al que O rtega se dedicó ta n asiduam en te, la s co n sid e ra c io ­ nes del P. R am íre z son pobres y no tiene g ran cosa que ve r la p á g i­ n a que c ita del P. G ra n a d a sobre la v a ria b ilid a d del hombre y de la v id a h um an a , p ág in a «primorosamente» e scrita , s in duda, pero s in el a lcan ce filo só fico que hoy tiene la llam a d a h isto ric id a d de la e xisten cia hum ana . Queda la sección cu a rta , en la que somete la filo so fía o rtegu ian a an te el trib u n a l del dogma católico. E l tono del P. R am íre z es el m ismo de la sección te rce ra, y no se le ve o tra p o stu ra que la de censor que anda a bu sca de h e re jía s. No es que vayam os a d iscu lp a r a Ortega. E l m ismo confesó en m ás de u n a ocasión que no e ra c a ­ tó lico y sus obras con tienen u n a po rción de a firm a c io n e s to ta lm en ­ te in co n c iliab le s con el dogma cató lico. S in embargo h a y que obser­ v a r c ie rta s cosas, que no h a n pasado po r alto algunos c rítico s de la obra del P. R am íre z . L a p rim e ra , que escoge los textos c ritic a b le s y d e ja de c ita r aquellos otros en que O rtega observa u n a a c titu d de respeto y h a s ta de a laban za h a c ia el cato licism o . E n segundo lug a r, aduce a lg u n a frase o rtegu iana, im p líc itam e n te repu d iada po r O rtega a l no que re r que apareciese en sus Ob ras completas. Y f in a l

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