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2 4 0 CONCEPTO DE IG LE SIA EN EL N . T. d a rá co n stitu id a po r este «resto». Esto no s ig n ific a que la sa lud se rá re se rvada a unos pocos solamente. Estos conceptos de «resto» y «nue­ v a alian za» s u fre n u n a pequeña evo lución y tran sfo rm a c ió n después del de stie rro babilón ico. De e special im po rtan c ia , p a ra nue stro caso, es el p ro fe ta D an ie l. E n la v isió n de las cua tro bestias del c ap ítu lo séptimo, la fam osa fig u ra del «h ijo del Hombre», que aparece des- pues del ju ic io co n tra las cu a tro bestias, es id e n tific a d a con los «santos del A ltísim o» (7, 13-27), con el pueblo de D ios, el resto fie l a la A lian za . E sta id e n tific a c ió n ta l vez se pueda e xp lic a r po r la fa c ilid a d con que el sem ita pasa de lo in d iv id u a l a lo colectivo. E l «h ijo del Hombre» se id e n tific a , rep re sen ta a su pueblo, con el que in a u g u ra el re ino m esiánico . Esto tiene in te ré s si pensamos que C risto se presen tó como el «H ijo del Hombre». De a h í la p o sib ilid ad de que C risto h a ya hab lado de su pueblo, de su Ig le sia , según el concepto vie jo te stam en ta rio de «qehal Yahw eh». P o r o tra parte , los de scub rim ien tos de Q um rán , ta n ce rcanos en el tiempo y en el espacio a l c ris tia n ism o p rim itiv o , nos h a b la n del fund ado r de u n a secta, el famoso «Maestro de ju stic ia » , que u sa ex­ p resiones sem ejan tes. L a secta de Q um rán se con sid e raba tam b ién como el verdadero Israel, «comunidad de elección», «p lan ta ción de Dios», «los de la po rción de D ios», «los elegidos», etc. (9). E n el lib ro de los «Himnos» de la Com un idad de Q um rán son frecuen te s la s expresiones que ponen de m an ifie sto las re la cione s e stre cha s entre el fund ado r — au to r probable de m uchos de estos «H imnos» (10)— y su se cta : «mi concilio», «mi congregación» (1QH 14, 18; 5, 22-24; 7, 20 s.; 1QS 1, 8. 10). Y con todo, la com un idad de Q um rán estaba o rien tad a decididam en te h a c ia los ú ltim o s tiempos, h a c ia el acon ­ tecer escatològico. E llo s — los sectario s de Q um rán— p rep a ra b an en el desierto la g ran irru p c ió n de lo d ivino en el mundo. Esto no obs­ tan te , h a b ía en todo u n a p e rfe c ta o rgan ización , u n a je ra r q u ía co rre c ­ tam en te establecida, a la que todos se som etían. Todo esto hace po­ sib le el que C risto h u b ie ra hab lado de su Reino , de su Ig le s ia , como de algo organ izado y je rá rqu ico . ( 9 ) C fr. 1 Q S 1 , 12 . 16 ; 2 , 22 . 24 ; 6, 15 . 24 . 26 ; 8, 6 ; 1 QH 2 , 13 ; 1 QM 2 , 1 . 3 . 7 ; 3 , 4 . 11 ; W . H. B r o w n l e e , Messianic Motifs of Qumrán and the N. T., en N. T . S . 3 ( 1956 ), 12 - 30 , especialm en te pp. 16 - 17 . Y , en gen eral, sobre Q um rán y el N. T. puede con su ltarse A. G . L a m ad rid , Los descubrimientos de Qumrán. M adrid, 1956 pp. 223 - 249 ; M . G a r c ía C o r d e r o , Los descubrimientos del desierto de Judá y los orígenes cristianos, en Ciencia Tomista 85 ( 1958 ) 59 - 137 ; The Scrolls and the New Testament, editado por K . S te n d a h l . N . Y o rk , 1957 . (1 0 ) C fr. H. B a r d tk e , Considérations sur les cantiques de Qumrán, e n R . B . 63 (1 9 5 6 ) 220-233.

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