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CARLOS DE VILLAPADIERNA 171 depositados todos los tesoros de la s ab id u ría y de la c ie n c ia (2, 3). C risto tran sciend e todos los órdenes creados y está a rrib a , sentado a la de recha de D ios (3, 1). E n este contexto h istó rico d o c trin a l está en cu ad rad a de lleno la perícope que comentamos (1, 15-20). «El Pad re nos lib ró del poder de las tin ie b la s y nos t r a s ­ ladó a l re in o del H ijo de su amor, en quien tenemos la red en ­ ción y la rem isión de los pecados; que es la im agen de D ios in v isib le , p rim ogén ito de toda c ria t u ra ; porque en E l fue ron creada s todas la s cosas del cielo y de la tie rra , la s visib le s y la s in v isib le s, los tronos, la s dom inaciones, los p rin cip ado s, la s po testades: todo fué creado por E l y p a ra E l. E l es antes que todo, y todo subsiste en E l. E l es la cabeza del cuerpo de la Ig le s ia ; E l es el p rin c ip io , el p rim ogén ito de los muertos, p a ra que tenga la p rim a c ía sobre todas la s cosas. Y plugo a l Pad re que en E l h ab ita se toda la p le n itud , y po r E l re c o n c ilia r consigo, p a c ific an d o po r la sang re de su cruz, todas la s cosas, a sí la s de la tie rra como las del cielo» (1, 13-20) (3). Debe no tarse, en cuan to a la e stru c tu ra y fo rm a lit e ra ria del pa sa je , que es un h im n o a C risto como los que se e n cu en tran en otros luga re s (F il. 2, 6 -1 1 ; I T im . 3, 16; Hebr. 1, 2-4), p a ra celeb rar la e xce len cia y la obra de C risto (4). Se d ivide en dos p a rte s : C ris ­ to, clave de la C re a c ió n ; C risto , clave de la re stau ra c ió n . E sta d i­ v is ió n es in d ic a d a en la con stru cción del h im no po r la repe tición de «otien autó» (16, y 17), que in trodu ce en cada caso la razón de la disposición precedente. A lgunos com en ta rista s in te rp re ta n los versos 15-17 como un a d e scrip ción del Verbo an tes de la E n c a r n a c ió n = e l «logos ásarkos», y los versos 18-20 del Verbo E n c a rn a d o = « lo g o s énsarkos» (5). Pero el texto y el contexto nos o rie n tan certe ram en te en otro sen tido : (3) Sigo la traducción de Nácar-Colunga (B. A. C., Madrid, 1949). (4) C h . Masson, L’Hymne christologique de l'Epitre aux Colossiensn Rev. de Théol. et Phil. 36 (1949), p. 138-142. S e ra fín de Ausejo, O. P. M. Cap., ¿Es un himno a Cristo el Prólogo de S. Juan ? Estudios Bíblicos, 15 (1956) p. 244 s. Véase selecta bibliografía en Gonzalez R u iz, Cartas de la Cautividad (Rom a- Madrid, 1956) p. 111. (5) Pirot-Clamer, La Sainte Bible (París, 1956) t. 12, p. 109. P. Prat, La Teo­ logía de S. Pablo. Trad, de Salvador Abascal (México, 1947) p. 321. G. Ricciotti, Las Epístolas de S. Pablo, Trad, de J. López de Toro (Madrid). Cornelius a Lapide, Commentaria in S. Pauli Epístolas (Taurini, 1928) t. 2, p. 470.

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