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170 CRISTO, P R IN C IP IO Y F IN DEL COSMOS reciben el se r y la sa lv a c ió n a travé s de C risto . B a u r y sus d is c í­ pulos se e x trañ an de la p ro fu n d a C risto log ía de esta e p ísto la que supe ra in c lu so a la de la s g rande s epístolas. Los e rro re s e sparcidos en tre los Colosenses y a los que S. Pablo combate, dan a l Apóstol ocasión p ro p ic ia p a ra exponer robustam en te, arqu ite ctón icam en te , su d o c trin a con re la c ió n a C risto , d o c trin a cuyos pun tos fu n d am e n ­ ta le s se e n cu en tran y a en la s ca rta s an te rio re s y resume en adm i­ rab le y d iá fa n a sín te sis la ep ísto la a los F ilip en se s. E p a fra s, fund ado r y je fe de la jo ven c ristian d a d , v is ita al Após­ to l cautivo , llevando consigo la adhesión afectuosa e in c o n d ic io n a l de todos sus paisanos. E p a fra s s eñ a la tam b ién la s novedades p e ­ lig ro sa s que se h a n in filtra d o o que tra ta n de in filt ra rs e . E sta s n o ­ vedades^ según se desprende de la ep ístó la, son u n a m e zcla de ju d a ism o y helen ism o , y pueden cen tra rse en estos cu a tro pun to s (2 ): 1) H ay que cre cer en « sab idu ría y conocim iento» (1, 8, 29; 3, 2, 23; 3, 16), y de esta m ane ra, «p roducir fruto» (1, 10, 28; 2, 10, 19; 3, 10). Je sú s da el perdón, pero no la redención p len a , pues ésta se da a quienes t r iu n fa n sobre los «regidores de la s a lta s e sfera s del cosmos». 2) Je sú s es in fe rio r a estos «regidores cósmicos» (1, 16 -1 7; 2, 10-15) como lo dem uestra el hecho de que ellos c ru c ific a ro n a C risto y ah o ­ r a pe rsiguen a Pablo. 3) A ú n la m ism a sa lva c ió n , a dm in is tra d a por C risto a travé s de los rito s de la Ig le s ia , es algo m eram en te in ic ia l, pues la pe rfección y p le n itu d la dan los «regidores cósmicos» que a c tú an m edian te u n a nueva o rg an iza ción o re lig ió n del m iste rio , con rito s específicos. Estos «regidores cósmicos», in te rm e d ia rio s e n ­ tre D ios y el hombre, se ría n conve rtido s en «ángeles», po r los j u ­ da izan te s de Colosas. S. Pablo no abo rda este p rob lem a ; parece s i­ tu a rse en la op in ión común de la s escuelas ra b ín ip a s : si existen «regidores cósm icos», que sum in istre n m ayores o menores dosis de «salvación», e stán po r debajo de C risto y reciben de C risto la «sa l­ vación» que p u d ie ran co n fe rir. P a ra los teo rizan te s de Colosas, Je sú s y Pab lo o frecen u n a sa lva c ió n p a rc ia l que debe ser com p letada y tran scen d id a po r u n a c ien c ia de cosas más altas. Con esta p e rsp ectiva delan te, Pablo escribe su c a rt a en la so le ­ dad de la cá rce l rom ana y n iega ro tundam en te ta le s p resupuestos: C risto no es uno de tan to s en el o rden u n iv e rs a l de la sa lva ción . Es el ú n ico por, en y para quien fue ron creada s todas la s cosas y a travé s del cu a l se a dm in is tra la s a lv a c ió n (1, 15-20). E n C risto están (2) J. M. Gonzalez Ruiz, San Pablo. Cartas de la Cautividad (Roma-Madrid, 1956), p. 98. Cf. Pirot-Clamer, La Sainte Bible (Pans, 1956) t. 12, p. 104-5.

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