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P. CARLOS DE VILLAPADIERNA, O. F. M. CAP. 125 Con ésto, el rey de Aratta cobra ánimos, y advierte al rey de Uruk que Inanna de ningún modo ha abandonado a Aratta. Lo siguiente del poema se ha conservado en fragmentos que h a ­ cen d ifícil seguir la continu idad de los sucesos. Parece que el rey de Aratta term ina por capitular, vencido por la fría tenacidad de Enmerkar. Así term ina el más largo «cuento épico» sumeriano des­ cubierto hasta hoy, el primero en su género en la literatura un i­ versal. EL PRIMER PARLAMENTO Los primeros reyes de Sumeria no eran tiranos ni reyes abso­ lutos. En las cuestiones más importantes del Estado, especialmente en las cuestiones de guerra o de paz, consultaban a los ciudadanos más importantes, reunidos en asamblea. Este recurso a instituciones «dem ocráticas», desde el tercer m ilénio antes de Cristo, constituye una nueva aportación de Sumeria a la h istoria de la civilazición. Esto sorprenderá a nuestros contemporáneos, persuadidos de que la dem ocracia es invención de Occidente, y aún de fe ch a reciente. Pero alrededor del año 3000, antes de Cristo, se reúne, que se­ pamos, el primer parlamento en sesión solemne. Se compon ía, como nuestros parlamentos modernos, de dos Cámaras: el Senado, o Cá­ mara de los Lores, y la Cámara de los Diputados o de los Comunes, form ada por todos los ciudadanos en condiciones de llevar armas. Esto sucedía en el Próximo Oriente, dos mil años antes del n a ci­ m iento de la democracia griega. Las tabletas, descifradas por K ra - mer, tratan de una sesión extraordinaria, en la cual las dos Cáma­ ras debían escoger entre lo que nosotros llamaríamos hoy «la paz a no importa qué precio» y «la guerra por la independencia». Es interesante conocer el hecho. Como Grecia, en época más reciente, Sumeria, en el tercer m ilén io antes de Cristo, se com pon ía de mu l­ titud de Ciudades-Estados que rivalizaban por conquistar la h e ­ gemonía. Una de las más importantes era Kish que, según la le ­ yenda, había recibido del cielo la realeza, después del Diluvio. Sin embargo, Uruk, otra ciudad más al sur, extendía los tentáculos de su influencia y amenazaba seriamente la supremacía de su rival. El rey de K ish amenazó a los de Uruk con la guerra, sino acataban su soberanía. En este m omento crítico se reúnen las dos Cámaras de Uruk. El Senado aconseja la sumisión para evitar la guerra; pero la Cámara ba ja prefiere la guerra para obtener la independencia. Estos eran también los deseos del rey Gilgamesch, quien com ienza la guerra contra el rey de K ish ; pero éste, más poderoso, asedia

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