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124 LA AURORA DE LA HISTORIA El poema se abre con un preámbulo que canta la grandeza de Uruk y de Kullab, (ciudad situada en las inmediaciones de Uruk), des­ de el princip io del tiempo, y recalca la preem inencia que la diosa Inanna debía concederle sobre Aratta. Inanna a conseja a Enmerkar que envíe un m ensajero a Aratta. Así lo hace Enmarkar con el en ­ cargo de advertir al rey de Aratta que su ciudad será destruida si no envían el oro y la plata necesarios y no construyen y adornan el templo de Enki. El mensajero, atravesando las siete montañas, llega a Aratta. R ecita fielmente las palabras de su dueño, y le pide res­ puesta. El rey de Aratta se niega. Prefiriría un torneo donde lu cha ­ sen dos campeones, uno por cada parte; pero, puesto que la diosa Inanna favorece a Enmerkar, el rey de Aratta manda decir que se someterá, pero con la cond ición de que Enmerkar le envíe grandes cargamentos de grano. Enmerkar, sabedor de la noticia, consulta a Nidabau, dios de la sabiduría: hace cargar los animales y envía al embajador con un nuevo mensaje. Llegados todos a la corte del rey de Aratta, descargan el trigo y el embajador entrega el mensaje donde se pide al rey de Aratta cornalina y lapislázuli. El pueblo, sa­ tisfecho a la vista del trigo, está decidido a entregar la cornalina y a que sus «ancianos» construyan los templos. Pero el colérico rey de Aratta, vanagloriándose de su poder y su gloria, pide a su vez a Enmerkar, cornalina y lapislázuli. Cuando llega el mensajero, Enmerkar consulta los adivinos, sir­ viéndose de una caña, que hace pasar «de la luz a la sombra» y «de la sombra a la luz», rompiéndola luego. Envía de nuevo el mensajero a Aratta, dándole para que entregue al rey de Aratta su cetro. El rey de Aratta, atemorizado, está a punto de sucumbir, pero todavía pide un desafío con las armas, representados por dos campeones, uno por cada parte. El mensajero vuelve a Uruk. Y Enmerkar le ordena volver a A ra t­ ta con un mensaje centrado en estos tres pun tos: 1) Enmerkar acep ­ ta el desafío del rey de Aratta. 2) Exige que el rey de Aratta am on ­ tone para la diosa Inanna, en Uruk, oro, plata y piedras preciosas. 3) Amenaza de nuevo a Aratta con la destrucción total, si su rey y su pueblo no aportan «piedras de la montaña» para construir y de­ corar el santuario de Eridu. El pasaje que sigue en el texto ofrece un interés especial. Si la interpretación es correcta, indicaría que Enmerkar habría sido el primero, en opinión del poeta, que escribió en tabletas de arcilla. El m ensajero entrega la tableta al señor de Aratta en espera de contestación . Y ¡oh sorpresa!, el rey de Aratta recibe ayuda ines­ perada. Ishkur, el dios sumeriano de la lluvia y la tempestad, trae trigo y alubias salvajes y las coloca delante de él.

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