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1 2 2 LA AURORA DE LA HISTORIA las civilizaciones antiguas conocidas hasta ahora son posteriores a la sumeria. Las de Egipto y la ind ia son posteriores en algunos siglos; la de la China se rem onta al segundo m ilénio, y las de los Andes y Centro-América al primer milénio antes de nuestra era. De aquí la transcendencia de este pueblo y la importancia cap i­ tal del libro que presentó: «L’Histoire commence a Sum en . Su autor S. N. Kramer, ilustre sumeriólogo americano, nació en Rusia en 1897; em igró muy joven a Estados Unidos, donde actualmente es profesor de asiriología y conservador del Museo de la Universidad de P en - silvania. Ha consagrado muchos años al estudio de las tabletas c on ­ servadas en los museos de Estambul, del Louvre, de Berlín, de L on ­ dres, de Pensilvania, de Yale y de Jena. Fué el primer sabio am e­ ricano que en 1955 obtuvo autorización para trasladarse a la A le­ mania Oriental a fin de investigar en la Universidad de Jena. Ha reconstruido gran número de obras literarias, dispersas en multitud de fragmentos, compuestas por los escribas sumerios durante el tercer milénio y com ienzos del segundo antes de Cristo. El Dr. K ra ­ mer ha hecho públicos sus hallazgos en revistas especializadas y en Congresos C ientíficos. En este interesante 'libro intenta divulgar, poner al alcance de los no especialistas, los resultados de sus in ­ vestigaciones y lo logra de un m odo perfecto. En veinticinco suges­ tivos capítulos enumera la aportación ingente de los sumerios en los diversos campos de la pedagogía, del derecho, de la ética, de la agricultura, de la medicina, de la literatura... El primer capítu lo describe la organización de la enseñanza en aquéllos remotos tiempos: estudiantes y maestros, corrientes d o c­ trinales, método y programa de enseñanza. Prim itivamente la es­ cuela sumeriana instruía a los escribas que necesitaban la adm i­ n istración y las oficinas públicas, com o las del Templo y Palacio. Luego se fué ampliando su finalidad, convirtiéndose en cen tro de irradiación cultural para todos cuantos podían acudir. La escuela sumeriana, probablemente, fué en un princip io una dependencia del templo, secularizándose después en cuanto a la autoridad y al p ro ­ grama. Los alumnos pertenecían a la clase pud iente; los pobres, c o ­ mo siempre, no tenían tiempo ni recursos para ilustrarse. Estudiaban y copiaban listas y catálogos variados: vocabularios, botán ica, zoo lo ­ gía, geografía, m ineralogía, matemáticas, jurisprudencia, e tc... Los diplomados en estas escuelas se convertían en escribas (secretarios y asesores culturales) del templo y del pa la cio ; o se ponían al ser­ vicio de los ricos y poderosos del país. Otros consagraban su vida al estudio y a la investigación, como nuestros profesores de universi­ dad, retribuidos convenientemente. No se enumera m u jer alguna entre los componentes del claustro de profesores. En la época b a -

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