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1 2 0 LA AURORA DE LA HISTORIA vilización. Al final de este período aparecen los primeros testimo­ nios de escritura, la primera del mundo inventada por los Sú­ m enos (4). Pero la verdadera h istoria de Sumeria com ienza en la época siguiente, llamada protodinástica, entre el 2700 y 2300, poco más o menos. Florece plenamente la civilización, inaugurada en el pe río ­ do anterior. Sumeria se halla distribuida en pequeños estados, p o r­ ción de tierra agrupada en torno a una ciudad -cap ital. La ciudad, rodeada de murallas, tiene por centro el Palacio, residencia del m o ­ narca terrestre que la gobierna, y el Templo, morada del dios a quien el rey representa. Templo y Palacio, construidos con ladrillo, yacen al pie de la «atalaya» de las ciudades sumerianas: la «ziggu- rat», torre piram idal de pisos, que sirven también de universidad y de cuartel, se agrupan las casas de los ciudadanos, los graneros y almacenes. Estos siglos se caracterizan por las luchas y rivalidades de estas ciudades-Estados que aspiran a la hegemonía. Al final de este perío­ do, el país de los Sumerios, apiñado jun to al centro religioso de Uruk, term ina por verse absorbido por un m onarca único, Lugalzaggisi, antes gobernador de la ciudad de Umma. Estas tendencias impe­ rialistas tienen plena expansión cuando llega al poder un pueblo extraño, el de los Semitas. Antiguos beduinos y nómadas del de­ sierto siro-arábigo, se habían in filtrado poco a poco entre los Su­ merios. Hacia el 2300 uno de ellos, Sargón de Agado, Sargón el V iejo, reunió ba jo su mando, no sólo Mesopotam ia, con Sumeria, sino Elam y una parte de Siria y de Asia Menor. Y así se inaugura un nuevo período en la historia sumeriana, el período de Akkad o de Agad, que debía durar casi dos siglos. Pero los Sumerios se despiertan de su postración cuando una ava­ lancha de Guti, pueblo semibárbaro del Kurdistán, somete el im pe­ rio y la dinastía de Sargón. Unos cien años después de la invasión de los Guti, poco antes del 2000, aparecen para los Sumerios tiempos nuevos, los últimos y más brillantes quizás de su historia. Es la época llamada de Ur III, o de la tercera dinastía de Ur, o también «neo-sum eriana». Se extiende hasta Elam y Persia, por el este; al oeste, hasta Capadocia y S iria; al norte, hasta Armenia, conv ir­ tiéndose en la cultura común de todo el Próximo Oriente. Pero otras bandas semitas, llegadas del inagotable desierto siro- arábigo, los Amorreos, se internan entre los Sumerios de Ur III. Y a com ienzos del segundo m ilenio derrumban la dinastía, quedan- (4) J. Bottero, en el Prôlogo al libro de Kramer, L’Histoire commence à Sumer (Paris, 1957)i 17.

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