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118 LA AURORA DE LA HISTORIA de la arqueología, que aportaron un mayor conocim ien to de las len ­ guas, de las religiones, de la literatura orientales. Contra su manera de concebir la historia, en el sentido de que Israel y demás pueblos de Oriente fueron pueblos «prim itivos», las excavaciones de M esopo­ tamia, Siria y Egipto man ifiestan la existencia de una cultura bas­ tante avanzada. Igualmente cayó por tierra el m ito defend ido por Welhausen, del «total aislam iento» de Israel. Israel, viviendo en una soledad absoluta, incomun icado totalmente con los pueblos circun ­ dantes, según Welhausen, y animado de un dinam ismo religioso es­ pecial y propio, aunque natural, llegó a la concepción de una reli­ gión totalmente diversa de la de las otras naciones. Pero la arqueo­ logía ha demostrado todo lo con tra rio : Israel, situado entre Egipto y Mesopotamia, se vió constantemente invadido e in fluenciado por las costumbres, las doctrinas religiosas y morales de estos pueblos poderosos; y, a pesar de esta in fluencia constante, Israel supo c on ­ servar incontam inada su religión espiritualista y transcendente, lo que no se explica, basándose únicamente en las leyes naturales de la historia. Mientras el hombre investiga el espacio con sus mágicos cohetes interplanetarios, a fin de revelarnos los secretos del cosmos, la h u ­ milde azada de los excavadores desentierra la h istoria del pasado p a ­ ra ilum inar con más lúcidos contornos la Palabra de Dios a los hombres. EL PUEBLO DE LOS SUMERIOS Los arqueólogos han descubierto la vida de un pueblo, casi ig ­ norado hace cincuenta años y que ejerció una in fluencia extraor­ dinaria en el desarrollo cultural del Oriente M edio: el pueblo de los Sumerios. Con este descubrim iento asombroso se ha obrado una profunda revolución en la h istoria antigua. Hasta hace unos cuan ­ tos años, Egipto, con su existencia de tres mil años antes de Cristo, era considerado, y aún lo es hoy, por la mayoría de los espíritus cultos, com o «la cuna de la civilización» y «el abuelo del hombre m oderno». A principios de siglo, solamente algunos especialistas ran ­ cios y atrevidos pronunciaban tím idamente el nombre de Sumeria. El mismo sabio G. Maspero, en su magistral «Historia antigua de los pueblos del Oriente clásico», no m enciona el nombre del primero y más fecundo de estos pueblos, el de los Sumerios. Hoy día, los Sumerios son uno de los pueblos m ejor conocidos del antiguo Próximo Oriente (3). Conocemos el aspecto físico de sus (3) C f. H . S c h m o k e l, D a s L a n d S u m er (S tu ttg a rt, 1956), 52 ss. A . R o b e t r -A .

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