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1 )2 ONTOLOGIA SOBRENATURAL EN EM ILIO MERSCH, S. J . que será tan to más íntima cuanto mayor es la perfección de la c on ­ ciencia humana de Jesús. ¿Qué aplicación hace Mersch de esta on tología? Arriba se dejó comprobado cóm o la resume en Cristo. E fectiva ­ mente en Jesús existe una comun icación de Dios com o es en sí m is­ mo. Es una humanidad asumida que, en lugar de subsistir en sí, se in jerta en la m isma Trinidad. Se apoya' en la persona del Verbo, que se constituye en el último principio interno, en perfe cción última trascendente de la creatura. La única manera posible de que esto se realice ha de quedar d en ­ tro de una línea de actuación profunda que, no excluyendo la p er­ fección específica de la naturaleza humana, sea su ficiente para hacer que el hombre poseedor de esa naturaleza sea de verdad Verbo, ACTO PURO. Y la naturaleza tendrá que ser de otra manera, no otra. El modo de ser de esa naturaleza asumida es un ser-de-unión con Dios que no puede definirse sino abarcando térm inos que una filosofía natural juzgaría con trad ictorios: fin ito e infinito, creado e increado, humano y divino, temporal y eterno, contingente y n e ­ cesario. Un ser-de-unión, que no puede definirse por la separación, fren te a ese mundo natural en que la separación, la distancia entre la creatura y Dios es un presupuesto. El orden sobrenatural no n ie ­ ga, nótese bien, esa separación. La supone. Pero la trasciende tam ­ bién en tal m odo que el carácter de sobrenaturalidad está esencial­ mente en función de la unión. Esta unión, verificada realmente en Cristo, al mismo tiempo que p erfecciona la naturaleza humana, exige en ella una adaptación correspondiente, para que de los dos térm inos no resulte un m ons­ truo sin equilibrio. Cierto que este perfeccionam ien to no puede te ­ nerse por la com un icación de un ser completo con categoría de sus­ tancia. Pero la denom inación de « accidente », que algún sentido le corresponde, no expresa sino relación con la naturaleza para la que no es sustancia. No se establece equivalencia con la esencia de los otros accidentes, cuya noción aristotélica resulta demasiado estre­ cha para que pueda encerrarse en ella esta nueva realidad sobrena­ tural. Se hace aquí referencia a la gracia habitual de Cristo, la cual no debe ser imaginada com o realidad form a l en sí misma. No es un ente del que nacen relaciones, sino que es la misma relación. No es Dios, ni el hombre, ni una tercera entidad que existiría en sí misma, que se podría conseguir y se podría perder. La gracia no es una sim ­ ple naturaleza, sino un modo de ser de la naturaleza cuya esencia está en hacerla apta para la unión con D ios: Unión que es h ipostá ti-

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