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P. BERNARDINO DE ARMELLADA, 0 . F. M . CAP. 111 que encontrar en esa abertura fundam ental de la creatura — en el no poseer en sí misma la razón de su ser— el punto de apoyo para esa con figuración nueva que la relacione con la intim idad de Dios en cuanto subsiste en tres personas y es razón de su mismo ser. Pero, ¿es ésto posible? ¿Cómo puede la creatura comenzar a ser de otro m odo sin que se destruya su esencia? Es preciso insistir en que se trata de una unión nueva con Dios. Y com o Dios es acto puro, perfección absoluta, una unión nueva con El no puede fundarse en la negación de lo que antes era la creatura. La unión más íntima con el acto puro, con la razón misma del ser de la creatura rto puede incluir la destrucción de ésta. T oda ­ vía más : ni siquiera puede tratarse de una añadidura o comun icación de un ser nuevo y distinto. Más bien habría que hablar de una p ro - fundización o interiorización de la razón del ser —Dios— en el mismo e inalterado ser de la creatura. De modo que ésta llegaría a una posesión más intensa de esa exp licación de sí misma, que antes se encontraba en Dios com o distante de ella. De la misma manera que Dios no se suma con ningún otro ser, ni la Trin idad hace número con la esencia divina, así la sobrenatura- lidad no constitu irá para el ser intelectual una d iferencia especí­ fica de donde se origine un nuevo tipo de naturaleza. Será el paso de todas las perfecciones naturales —y sólo de ellas— a un orden nuevo. A lgo semejante al tránsito de la esencia posible a la exis­ tencia rea l: introducción en la creatura de su misma razón de ser, intensificación en el orden del ser. Esta exp licación aparece tan clara al P. Mersch, que quiere ver compendiado todo su razonam iento en estas palabras: «...il est im ­ possible que l’union à l’Etre même soit impossible» (3). Así es com o esta realidad sobrenatural, al mismo tiempo que es sobre-ser, sobre-perfección, es también esencialmente una elevación en la que se prolonga de un modo trascendental la misma línea de la naturaleza. En el orden dinám ico será pura posibilidad respecto del segundo aspecto de Dios, por lo mismo que la unión y relación real con la intim idad trinitaria sólo puede provenir de una decisión, personal y totalm ente libre, de Dios. Simple posibilidad, que se con ­ vierte en exigencia suprema una vez que se presenta el ofrecim iento divino. Y exigencia real, que se verifica en la capacidad objetiva que todos los hombres poseen para unirse con Cristo. Recuérdese la alu ­ sión hecha anteriormente al fundam ento de esta capacidad de unión : inclusión social de todas las conciencias en la con ciencia de Cristo, (3) o . c „ t. 2, p . 188.

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