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n o ONTOLOGIA SOBRENATURAL EN EM ILIO MERSCH, S. J . ellas pueda por sí misma ejercer actividad alguna sobre la más m í­ nima parte del mundo sobrenatural, ni siquiera exigirlo de un modo pasivo. Estos son los dos polos dentro de los cuales se mueve el problema del sobrenatural. Una teoría recta sobre el mismo tiene que unir las dos partes sin destruirlas, sin sacrificar una en aras de la otra. Y el P. Mersch se esfuerza por arrojar luz sobre esta oscuridad: El orden sobrenatural no puede definirse si no se incluye a Dios. Es una cosa de la que hay que partir. Y, com o la creatura en que ese orden se verifica no puede identificarse con el mismo ser divino, la inclusión de Dios que se exige no podrá encontrarse sino en alguna relación de la creatura a Dios, por la que la misma creatura se per­ fecciona. Se recuerda ahora que todo ser creado, en virtud de su misma esencia, está en relación con Dios Creador. Parece que todo lo que de la acción de Dios se pueda recibir tiene que ser, com o la crea - tura misma, un e fecto de Dios y, com o tal, incapaz de establecer fren ­ te a Dios n inguna otra relación que no sea la esencial de creatura al Creador. ¿Dónde va a ser posible encontrar un fundam ento para una relación de otro género? En este momento surge una consideración teológica ofreciendo es­ peranza de luz. La Teología descubre en Dios, visto desde los h om ­ bres, dos aspectos d istintos: Dios, que se m an ifiesta en sus obras, im itado p or ellas y cognoscible en ellas por la pura razón ; y Dios, que subsiste en sí mismo, en la incomun icabilidad de su vida trin i­ taria e inmanente, que ningún ser creado puede naturalmente c o ­ nocer ni imitar. ¿Por qué no buscar también en la creatura un doble aspecto análogo al de Dios? Se la puede considerar en cuanto que posee un ser en sí misma, una realidad objetiva y sustancial; y, al mismo tiempo, en cuanto que no tiene el ser por sí misma, es decir, en cuanto que n o posee en sí la propia razón de su ser. He aquí la aplicación de esta analogía: El orden natural c on ­ siste en que Dios, obrando de un m odo libre mediante su acción creadora y conservadora, comun ica la existencia a las cosas. En éstas, necesariamente, surge relación real a Dios com o creador, c o ­ m o causa primera cuyas perfecciones im itan, aunque de modo le ­ jano, las creaturas: Precisamente, la relación del primer aspecto de la creatura — ser en sí— con el primer aspecto de D ios — cognoscible e im itable por la creatura— . Parece que sólo habrá ya lugar para otro orden, para el orden so ­ brenatural, si Dios mediante una nueva intervención en el mundo, hace surgir una relación real de la creatura a Dios, considerados ambos ba jo el segundo punto de vista que hemos tratado. Y habría

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