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P. PELAYO DE ZAMAYON, O. F. M. CAP. 91 si ese socialismo está suficientemente purgado de sus falsas doctrinas, de tal suerte que, sin sacrificar ningún principio cris tiano,pueda ser admitido y en cierto modo bautizado. Para satisfacer, según Nuestra paternal solicitud, a estos deseos, de cimos: El socialismo, ya se considere como doctrina, ya como hecho histórico, ya como acción , si sigue siendo verdaderamente socialismo, aun después de sus concesiones a la verdad y a la justicia en los puntos de que hemos hecho mención, es incom patible con los dogmas de la Iglesia católica, porque su manera de concebir la sociedad se opone diametralmente a la verdad cristiana» (11). «Si acaso el socialismo, como todos los errores, tiene una parte de verdad (lo cual nunca han negado los Sumos Pontí fices), el concepto de la sociedad que le es característico y so bre el cual descansa, es inconciliable con el verdadero cristia nismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, son términos contradictorias; nadie puede al mismo tiempo ser buen ca tólico y socialista verdadero» (12). 8.— EL CAPITALISMO En cambio, a este sistema los Sumos Pontífices aplican la distin ción antes recordada; y enseñan que no es intrínsecamente desho nesto, aunque declaran que adolece de gravísimos vicios, que pue den y deben ser enmendados. «Ya sabéis, Venerables Hermanos y amados hijos, que Nues tro Predecesor, de f. m., enfocó en su Encíclica (se refiere a la Rerum novarum), principalmente el régimen capitalista, o sea, aquella manera de proceder en el mundo económico por la cual unos ponen el capital y otros el trabajo, como el mismo Pontífice definía con una expresión feliz: Ni el capital puede existir sin el trabajo, ni el trabajo, sin el capital. León X III puso todo empeño en ajustar esa organización económica a las normas del recto orden; de donde se deduce que no puede condenarse por sí misma. Y , en realidad, no es por su naturaleza viciosa; pero viola el recto orden cuando el capital esclaviza a los obreros o a la clase proletaria con tal fin y tal forma que los negocios y, por lo tanto, todo el capital ( 11 ) P ío X I, Encíclica Quadragesimo anno, n. 46 . ( 12 ) Idem, Ibid., n. 48 .
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