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El capitalismo y la doctrina católica 1.— «LA INSINUACION MALEVOLA» «Hoy parece que experimenta (el mundo) una inquietud, una inseguridad y un desasosiego que querrían invadirlo todo, desde lo más exterior de la organización social hasta lo más pro­ fundo de las conciencias, en las que no puede menos de sen­ tirse el reflejo de tantas agitaciones e incertidumbres, sobre todo si se tiene en cuenta que nunca faltará la insinuación malévola que pretenda hacer a la religión y a la Iglesia la cul­ pable, o por lo menos, la cómplice de tantos males» (1). Así habló el Sumo Pontífice, felizmente reinante, a los peregrinos españoles — en su mayoría cordobeses— , que con ocasión del XV I centenario de la muerte de Osio, el gran Obispo del primer Con­ cilio Ecuménico de Nicea, fueron a Roma para testimoniar la misma adhesión a la Cátedra de San Pedro que profesó aquél insigne Obis­ po de Córdoba hace mil seiscientos años. 2.— LOS CALUMNIADORES No señaló expresamente el Vicario de Jesucristo a los autores y propagandistas de esas «malévolas insinuaciones» contra la religión y la Iglesia. Pero se adivina fácilmente quiénes sean — a lo menos los principales— sin especial agudeza de ingenio ni excesiva erudi­ ción histórica contemporánea; basta recordar cómo los secuaces del comunismo han enseñado y van repitiendo innumerables veces que «Dios es un espantajo del capitalismo explotador»; que el «capita­ lismo trata en vano de defenderse, engañando al pueblo con argu­ mentos religiosos»; o también, que «el clero de todas las religiones se interesa solamente por su bienestar material: ¡El dinero: he ahí su Espíritu San to !» ; que «el Dios Redentor hace la guardia al ban­ quero», que «la cruz de Cristo es una engañifa para esclavizar al ( 1 ) Cf. L’Osservatore Romano, Città del Vaticano, Domenica, 20 Ottobre, 1957 , p. 1 .

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