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46 V IS IO N C R IS T O C E N T R IC A . suma gracia para el Alma de Cristo como fin más próximo y por la gracia del mismo Cristo eligió Dios a muchos ángeles y hombres. Como Cabeza y Príncipe de estos elegidos está Cristo. Otros muchos ángeles y hombres por un acto negativo de Dios no fueron predes­ tinados. Por fin en un quinto momento dispuso Dios el remedio para los elegidos determinando que fuese la pasión de Cristo, que hubiera venido al mundo de todos los modos. La predestinación de Cristo y de los elegidos a la gracia y a la gloria fué anterior a toda previsión de la pasión, que habia de servir como medicina contra el pecado (7). Cristo es, por consiguiente y en primer lugar, el « sum m u s a d o ra to r et g lo r ific a t o r T r in it a t is » , el «opus sum m um D e i, p riu s et an te om - nia». Y esto en su calidad de Dios encarnado. Cristo fué predesti­ nado. Y predestinación vale tanto como ordenación a la gloria de modo mediato o inmediato. Así la naturaleza humana de Cristo está ordenada a la gloria y la unión hipostática del Verbo dice la rela­ ción a esa gloria de la naturaleza humana de Cristo. Porque cier­ tamente no hubiera recibido la naturaleza tanta gloria sino fuese por la unión con el Verbo. La predestinación a la unión hipostá­ tica implica también el decreto de que el Verbo se haga hombre y hombre-Verbo, o con otras palabras, de que Dios se haga hombre y Hombre-Dios. El decreto de la encarnación de Cristo no obedece a circunstan­ cias puramente extrínsecas, sino a la trama íntima e insustituible de la creación; no fué algo ocasionalmente querido por la volun­ tad de Dios, sino intentado directamente y, por consiguiente, con absoluta independencia del hecho histórico del pecado de Adán. La razón intrínseca de esta voluntad divina es la que impone el modo de obrar del ser inteligente: se quiere el fin y, jerárquicamente, todas aquellas cosas según el orden de proximidad al fin. Nada hay más próximo al fin de Dios que el alma de Cristo. Luego Dios de­ cretó antes de la previsión de todo mérito o demérito la unión de la naturaleza humana de Cristo. Además, no parece que la sola re­ dención del hombre fuese la causa de la ordenación del alma de Cristo a una tan excelsa gloria. Este mismo hecho hace suponer que ( 7 ) H. de M o n te fo rtin o , O. F. M., Summa Theologica Ven. Joannis Duns Scoti... P. III, q. 1 , art. 3 (Romae, 1903 ), vol. V, pp. 28 - 31 . En este punto existen otros que antecedieron a Escoto, v. gr., Isaac de Nínive, Ruperto de Deutz, A lejan­ dro de Hales y Alberto Magno. Tam bién tiene numerosos seguidores, v. gr., San Bernardino de Sena, S an Lorenzo de Brindis, San Francisco de Sales y Francisco Suárez que yuxtapone jerárquicam ente los dos fines. En tiempos modernos Mat- tias Scheeben, Hermán Schell y en la misma línea, Guardini, Schmaus, etc.

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