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P . JO A Q U IN DE E N C IN A S , O. F . M . CAP. 4 5 tamente que el tomismo no ha incurrido en estos extremos, pero difícilmente puede librarse de la tentación de yuxtaponer de modo mecánico lo natural y lo sobrenatural, ya que no logra salvar fá ­ cilmente esa cisura de la diversidad esencial entre ambos órdenes. En conformidad con esta posición está la doctrina sobre el motivo de la encarnación de Cristo. El motivo exclusivo de la encarnación ha sido la redención, la reparación de la culpa del hombre caído. Knoll ha querido ver en esa fo rm a m e n tís tomista proyectada al mundo creado la explicación del siguiente postulado: la fu n c ió n teo ­ ló g ica del C u e rp o de N u e stro S e ñ o r J e s u c ris to ha s id o la de p a d e c e r p a ra re p a ra r con su p a d e c im ie n to la cu lp a del h om b re. El Cuerpo de Cristo ha sido creado para el hombre caído. Sin la caída hubiera sido innecesaria la encarnación de Cristo y con ella el orden de misterios que la siguen. Entre paréntesis conviene notar que las enseñanzas del magisterio de la Iglesia, no suponen una confir­ mación de la posición tomista. La Iglesia persigue un fin apostólico que es la salvación de las almas. Todo otro motivo especulativo tie­ ne menor interés desde un punto de vista práctico. Pero aunque no se insinúe en los documentos eclesiásticos ningún otro motivo de la encarnación de Cristo, tampoco se excluye por ello. Ni mucho me­ nos se puede considerar esa coincidencia como una canonización implícita de una teoría que excluya toda otra motivación del mis­ terio de la encarnación de Cristo. Esta definición tomista del hom­ bre en la compleja trama del orden creado y del orden sobrenatural tiene sus lógicas consecuencias en la interpretación de la Etica y de la Sociología como se hará notar posteriormente. 2. P o s ic ió n c ris to c é n tric a de Escoto . — Para interpretar al hom­ bre según la mentalidad franciscana hay que partir de la persona de Cristo, del hombre-Dios (6). El principio del evangelio de San Juan va a ser el símbolo de toda Antropología y de toda Cosmogonía. No se trata de un Verbo «espiritual» sino del C u e rp o de N u e stro S e ñ o r Je s u c ris to . Jesucristo como principio, modelo y fin de toda la creación será como el sol que irradie razón de ser, sentido y fi­ nalidad a todas las cosas. Y principalmente al hombre. Por eso la Antropología y la Cosmogonía escotista es « c ris to c é n tric a » en senti­ do rigoroso. El orden ejecutivo de la creación de Dios lo yuxtapone Escoto jerárquicamente en el siguiente proceso. En un primer momento Dios se conoció como el Sumo Bien; en un segundo momento conoció to­ das las criaturas posibles; en un tercero quiso la suma gloria y la (6) A. M. K n o ll, 1 , c., 227 , ss. P. L. M. B e llo , O. F. M., De universali Christi Primatu atque Regalitate, en Acta Ordinis M inorum ( 1933 ), 294 ss.

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