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P . JOAQUIN DE EN C IN A S , O. F. M. CAP. 8 1 «cristiana» cuando agote todas las posibilidades para traducir en el «logos» humano, el «Logos» divino, acomodándose a El en el con­ tenido, jerarquía y disposición de orden. Exactamente lo mismo vale para valoración de las acciones humanas, Cristo es también en este caso el que garantiza o «juzga» nuestras acciones. El es el punto de referencia y la unidad de medida de toda acción humana con valor sobrenatural. Por eso no cabe otra posibilidad estrictamente hablando que una Etica y una Sociología «cristiana», es decir, donde el obrar de Cristo se constituya en norma y exigencia. El fin de toda ciencia normativa de la conducta del hombre no puede tener otro fin que lograr copias exactas de Cristo, hostias oblativas ante el Pa­ dre. Cristo es el trazado del ordo unicus supernaturalis, el agluti­ nante y el centro de referencia. Si Dios se identifica con Cristo co­ mo Hombre, el hombre debe agotar todas las posibilidades por co­ locarse junto a Dios con Cristo. Sólo así puede darse una armonía perfecta en el ordo inten tion is y en el ordo execu tion is de la crea­ ción: poniendo a Cristo como piedra angular, como centro de irra­ diación y de referencia donde todo tiende a la síntesis, como alfa y omega de la realidad existente. P. Joaquín de Encinas, O. F. M. Cap. Salamanca.-Santa Marta. 6.— NATURALEZA.

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