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80 V ISION CRISTOCENTRICA.. dialéctica». El primero se caracteriza por justificar la división del orden natural y sobrenatural; el segundo por la preponderación del ordo unicus supernaturalis y el tercero por extremar el orden sobre­ natural con perjuicios del orden natural. El concepto del hombre recibe su matiz propio en cada una de esas posiciones. 3. Este concepto peculiar del hombre impone ciertas relevantes ético-sociales. Es una consecuencia obligada, porque la acción hu ­ mana está inevitablemente referida al ser del hombre. Del triple concepto del hombre se deducen asimismo otras tantas valoraciones de la acción humana en el terreno de la Etica y de la Sociología. La principal característica de la Etica tomista es la objetividad del or­ den esencial; en el escotismo este orden objetivo tiene un incon­ fundible matiz voluntarístico; la Etica protestante es eminentemente subjetiva. 4. Este paralelismo de soluciones en las diversas corrientes, nos lleva a estudiar el principio de sistematización que les caracteriza. En realidad las ramificaciones ideológicas de todo «sistema« proce­ den de una fuente inicial que es el ángulo de visión específico. Es­ tos diversos puntos de partida, aún dentro de una interpretación ortodoxa, son posibles por la misma inagotable densidad del con­ tenido de la revelación. El «Logos» requiere todos los «logos» crea­ dos para revelarse a la mente humana. Por eso se exponen aquí, junto a las tres corrientes teológicas mencionadas, otros puntos de vista aún no plenamente desarrollados, pero que pudieran dar ori­ gen a otros tantos sistemas de Antropología cristiana. 5. Finalmente, conviene recordar el propósito puramente expo­ sitivo y no apologético de este estudio. Con todo conviene advertir que, dejando suficientemente asentada la gratuidad del orden so­ brenatural, la interpretación «cristiana» debe dar preferencia al orden de la existencia. Y en este orden hay que intentar una ex­ posición con unidad de trazado, teniendo por punto céntrico a Cristo. Esta unidad de plan no solamente debe entenderse en sentido ver­ tical — en cuanto expresa las relaciones del hombre con Dios— sino también en sentido horizontal abarcando al hombre en su doble vertiente del ser y de la acción. En el presente orden histórico Cristo es el primer y el único intérprete exacto del Padre y de lo sobre­ natural. La mente humana debe ajustarse a esa primera interpre­ tación y expresarla con fidelidad a través de las categorías «cris­ tianas». La medida de la proximidad gnoseológica a la «palabra» de Dios será la garantía de la verdad. No es lo más «cristiano» in ­ terpretar con rigurosidad sistemática un orden esencial de la «na­ tura pura», que con ser necesario no es precisamente lo más real. Unicamente podemos apelar con propiedad a una interpretación

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