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7 6 V ISION CRISTOCENTRICA.. puestas, que dan motivo a una doble filosofía: la filosofía del p e­ cador y la filosofía del redimido. La primera es la justificación teó­ rica del deseo de la serpiente en el Paraíso, del deseo de ser sabios como Dios. Las categorías de esta forma mentís son «los puros con­ ceptos», la «pura lógica», la vacía universalidad de la dialéctica; y las categorías de lo real son el pecado, la muerte y el infierno. La filosofía del redimido tiene otro punto de partida; tiene concien­ cia de su procedencia de la vida absoluta de la que se sabe vital­ mente diferente como creatura. Ser creatura y proceder de la vida absoluta importa un proceso de devenir, de pasar de la muerte a la vida, del pecado a la redención. Es el «elan vital» del orden sobre­ natural que proviene de Dios por Cristo. Este orden único tiene una inevitable consecuencia negativa: no se da una religión natural, ni una moral natural, ni una política natural. El hombre, lo sepa o lo ignore, en mayor o menor grado lleva el signo indeleble de su incorporación a la vida de Dios por Cristo dentro del Cuerpo mís­ tico de la Iglesia. Frente a este orden real no puede existir otra al­ ternativa en la conducta humana que el sí o el no, la sumisión o la rebelión. Esta doctrina de la «analogía entis» quiere salvar el peligro de, toda forma mental anquilosada, toda filosofía rígida como recipien­ te de la revelación; quiere establecer el punto de referencia de toda filosofía humana como pura posibilidad. Porque cuando se habla de filosofía como «forma fundamental del catolicismo» no existe otra posibilidad que la de una ideología informada por el signo de la cruz y como expresión de la vida merecida por Cristo a través de su redención. d) La «analogía historiae». Esta posición responde al movimien­ to histórico europeo y significa una vuelta a la Teología patrística; su intento es plantear e interpretar las relaciones entre Dios y la creatura dentro de un marco teológico, que está exactamente a igual distancia de todo esquema abstracto y de todo historicismo miope. En realidad se trata de una posición que reacciona contra el h is­ toricismo del siglo x ix y el existencialismo del siglo x x ; en nuestro caso no se plantea el problema del hombre y del mundo reduciéndolos a una realidad «puramente histórica», ni se destaca la tensión entre naturaleza e historia como dos cosas contrapuestas, siendo por el contrario, dos vertientes de la misma realidad. Frente a estos dos errores la Teología, como ciencia de los singulares (que son en su singularidad universalmente normativos) supone una filosofía que asegure el momento esencial de la realidad. El principio básico de esta posición es que el Verbo Humano es la norma y la síntesis de todos los verdaderos dogos » que expresan la naturaleza y la historia.

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