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P. JOAQUIN DE EN C IN A S, O. F. M . CAP. 7 1 ha podido prescindir ni siquiera de ciertas estructuras filosóficas en la exposición sistemática de la revelación. El proceso de «exte- riorización e interiorización» de la filosofía idealista alemana ha dejado sus huellas en la «Teología dialéctica» del moderno protes­ tantismo; y el proceso de «emanación y reincarnación» de la filo­ sofía neoplatónica ha tenido su aplicación depurada en los teólogos de los primeros siglos. La dificultad está, por tanto, en discernir has­ ta qué pun to puede traducirse el p roceso de la revelación , sin ser sacrificado, en la generalidad de todo esquema sistemático. O, si por el contrario, la contemplación especulativa y su expresión por el método del sistema de proposiciones es el camino más apropiado para penetrar en el recinto de lo misterioso y de algún modo inefable de la revelación, en el escenario recóndito donde tiene lugar el «acon­ tecer» y la «crisis» que encuentran su forma literaria en la Biblia. En este caso la interpretación teológica es, además de una exigen­ cia de nuestra mente, una reproducción de la primitiva revelación hecha al hombre y, en general, el medio más apropiado de mani­ festarse Dios. Planteando el problema en su dimensión última las diferencias entre el intelectualismo tomista y el voluntarismo franciscano, en­ tre ontologismo y actualismo existencialista y entre las diversas «forma mentís» de interpretación son concreciones de la dificultad general. Habrá que ver todavía qué «forma mentís» reproduce me­ jor y más exactamente el contenido denso de la revelación. Porque puede ocurrir — porque de hecho ocurre, que existan sistematizacio­ nes parciales dentro de ese amplio marco de posibilidades de ex­ presión del contenido revelado. Este diverso principio de ordena­ ción y la peculiar estructura teológica — y en consecuencia antro­ pológica— a que da lugar se distingue por ser como punto de par­ tida, como el centro de cristalización en torno al cual se yuxtapo­ nen ordenadamente todos los demás elementos. 2. Las diversas «form a m en tís» de la Antrolopogia cristiana. El teólogo protestante Barth ha calificado la «forma mentís» tomista con el concepto de «analogía en tis», a la cual contrapone él su «ana­ logía fid eh . Eso que podríamos llamar, con una expresión de la cien­ cia económica, «tipo ideal» de una realidad compleja, como son las diversas exposiciones teológicas, es un buen punto de partida para la diferenciación entre los diversos conceptos de Antropología cris­ tiana. Aceptando esa simplificación de todo un sistema por el rasgo peculiar que le caricaturiza, hay que hacer mención de dos posicio­ nes medias que intentan abarcar por igual la doble vertiente his­ tórica y esencial de la revelación, frente al extremismo de las dos anteriores. Se trata de la «analogía entis» de Erich Przywara y la

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