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60 V ISION CRISTOCENTRICA... ferencia y se afirma la gratuidad de la gracia. A cambio de este inconveniente permite una interpretación más adecuada del hombre y su conducta en su actual situación histórica. La coincidencia entre el diseño primero de la creación y la renovación de ese orden por la mediación de Cristo es tan exacta en la mentalidad escotista, que podría describirse la primera usando las categorías «cristianas» de la segunda ordenación. Cristo es siempre el cen tro y el hombre su primera copia que irradia, a su vez, como satélite de primera magnitud, la luz divina recibida de Cristo, al mundo infrahumano. El hombre «es» originariamente lo que «debe ser»: un a lter Christus, porque en el orden de la existencia no se da más que la reajidad del orden sobrenatural. Y esta su condición de ser «cristiano» antes y después del pecado unge con sello sacral su mundo en torno. Y la naturaleza — incluso la naturaleza inorgánica— estará de algún modo asociada a la redención, como había estado asociada al «unicus ordo supernaturalis» por su calidad de habitación del Hombre-Dios. El «ordo inten tion is» y el «ordo ex ecu tion is», guardan, en la Antro­ pología escotista, un perfecto paralelismo: el paralelismo que ex­ presan la frase de S. Pablo y la frase de Malebranche: «Todo os pertenece a vosotros, vosotros pertenecéis a Cristo y Cristo a D ios»; «El fin de la creación es Cristo». La doctrina Etica social de Escoto es fundamentalmente la Etica y la Sociología «cristiana», la que podríamos hacer a base de la teología paulina. Pero aquí nos in ­ teresa primordialmente señalar las revelantes que se derivan de la posición teológica frente a la pregunta Cur Verbum caro factum? y del concepto escotista del hombre. Partiendo de la predestinación de Cristo y de la elevación del hombre al orden sobrenatural solamente puede hablarse de una Etica y de una Sociología en su vertiente sobrenatural. No tendría sentido establecer cisuras entre el fin natural y sobrenatural, ni adoptar la forma híbrida de una ciencia montada sobre la natura­ leza y la gracia. Lo definitivo en la conducta humana, tanto indi­ vidual como social, es el ordo execu tion is. Este orden teleológico no puede ser otro que el mismo de Cristo: la glorificación del Padre. Y como Cristo glorifica al Padre por todo lo que «es» y lo que «hace», del mismo modo el hombre debe hacer norma de su conducta lo que es razón de su ser. Frente a la tendencia teleológica de la flecha, está la plenitud final de la copia que reproduce fielmente al modelo, frente a la consecución, el logro y el cumplimiento. La ley moral es también una imposición en la Etica escotista; pero el significado es bien típico. Porque solam en te es Cristo la norma, como el modelo es la ley de la copia. Esto no quiere decir que la ley de Cristo sea distinta de la ley «natural»; en realidad es una y la misma. Lo que

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