PS_NyG_1958v005n008p0039_0081

P. JOAQUIN DE EN C IN A S , O. F. M. CAP. 5 9 La moral teleológica es la norma de conducta del hombre redi­ mido. Sería interesante, aunque arriesgado, el estudio de las carac­ terísticas de la moral teológica partiendo también de la doctrina típica de la teología tomista. Knoll ha considerado las relaciones entre la concepción de la gracia y los tributos en la posición to ­ mista y jesuítica. Más importante es su estudio sobre las repercu­ siones de la doctrina de la Encarnación en la doctrina tomista y es- cotista en la función religiosa-social del laicado (15). Para Knoll el concebir la Encarnación como consecuencia del pecado centra toda la atención en el estado sacerdotal como «dispensador de los mis­ terios de Dios». Dentro de la Iglesia el sacerdocio lo es todo, mien­ tras que el elemento seglar, comprendiendo en él el estado del ma­ trimonio, el estado de la familia y el estado de la cultura, ocupa un lugar secundario. Y es precisamente paradógico que el estado sacerdotal, que representa desde un punto de vista puramente social el «renunciam ien to espiritual a todas las cosas», no hubiera tenido lugar de no haber pecado Adán. En cambio, el estado seglar habría tenido como tarea la «regeneración» y el « reju v en ecim ien to» de este mundo por medio de su función familiar y cultural en un orden de cosas anterior a la previsión del pecado. Es decir, que lo que ha ganado el estado sacerdotal, desde un punto de vista social, con el pecado de Adán, lo ha perdido en importancia y en eficacia el estado seglar en ese mundo quimérico que pudiera haber existido de no haber cometido Adán la primera culpa, según la mentalidad tomista. La dificultad del tema impide hacer generalizaciones en este sentido. Pero sería indiscutiblemente instructivo destacar las características de la moral teleológica tomista a la luz de su posi­ ción dogmática. 2. In terpreta ción escotista de la Etica y de la Sociología. — La in ­ terpretación del mundo, teniendo a Cristo como centro, importa ya una disposición concéntrica de la creación y particularmente del hombre. Si quisiéramos expresar el orden creado con una repre­ sentación gráfica habría que emplear la figura geométrica de un cono o la distensión del movimiento ondulatorio que, partiendo de un centro, va ganando en amplitud y perdiendo en intensidad. Pero fundamentalmente el centro y los extremos forman un mismo pla­ no. La dificultad de la concepción teológica de Escoto está en se­ ñalar barreras y límites precisos al orden natural y sobrenatural. La dificultad no es insalvable y, efectivamente, se establece la di- ( 15 ) A. M. K n o l l : Gnade und Zins, en Jahrbuch der östereichischen Leo- Gesellschaf Wien, 1934 ); Thomismus und Skotismus als Standestheologien, en Festschrift für Karl Adam (Düsseldorf, 1952 ), 225 - 239 . ,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz