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5 8 V ISION CRISTOCENTRICA.. personal sino más bien a través de su condición de creatura ra­ cional, de efecto, con respecto a su Creador, a su causa eficiente y a su último fin. El sentido teleológico será otra de las características de la ética de la m a tura pura». Por si no bastase el hecho de que todos los tra­ tados de Etica natural empiezan por estudiar un fin quimérico, que no tendrá nunca lugar, está la misma configuración del orden de causas. El fin es lo primero en el orden de la intención para toda causa inteligente. Pero, el concebir ese fin de modo preemi­ nente como meta que hay que conseguir en obsesionante atención y aplicación de nuestras facultades, es propio de este esquema rígido de la interpretación causal de la realidad. Porque el hombre real es relativamente complejo y admite muchas más posibilidades que la consecución rectilínea del fin. La vida humana comporta un «ethos» además de una Etica. Hay actividades humanas que no tie­ nen una proyección directa al último fin, hay muchos actos «indi­ ferentes». Esta es la contrapartida de esa Etica teleológica: la de no poder abarcar toda la actividad humana en el esquema de las relaciones esenciales. Casi todo el campo de la cultura y del recreo humanos son capítulos que no pertenecen a la Etica natural. Este eth os del hombre sufre mayor menoscabo en relación con el mundo infrahumano. Frente al hombre como sujeto de derechos está la naturaleza como objeto de dominio. El hombre puede com­ portarse, atendiendo solamente a las normas de justicia, como au­ téntico «rey de la creación». Las limitaciones éticas no son impo­ siciones del mundo «inferior», sino que provienen de la colisión con los derechos de otros seres racionales. Este distanciamiento entre la creatura racional y las creaturas irracionales se acentúa todavía más si se considera al hombre elevado al orden sobrenatural. La «natura pura» se encuentra en un mismo plano que el resto del orden creado. Pero la elevación del hombre y el orden de la re­ dención dejan intacto el mundo infrahumano. La nueva investidura solamente embellece al hombre, pero no a su mundo en torno. El mundo visible soporta al hombre, en cierto sentido, como un ex­ traño y parece operarse una quiebra en las leyes del orden exis­ tente que son comunes al hombre y al mundo visible. Las leyes económicas, las leyes del desarrollo social, las leyes de correlación entre la cultura, la economía y las manifestaciones religiosas son difíciles de interpretar por el desenfoque entre el orden natural y sobrenatural. No es extraño que la Etica social, que difícilmente puede prescindir del orden histórico de la elevación y caída del hombre, presente el carácter de una ciencia híbrida; una ciencia que pretende hacer real el postulado de que la gracia supone y construye sobre la naturaleza.

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