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4 0 V IS IO N C R IS T O C E N T R IC A .. hay que ver hasta qué punto es expresiva esa terminología, más o menos sugestiva, de un sincero denuedo consciente por contribuir a una visión integralmente cristiana de la Antropología. Por otra parte, hay que reconocer que la visión teológica del hombre y de la sociedad ha sido una exigencia bastante universal. Acaso sin advertir todo el alcance de sus palabras pedía Ganivet a la psicología «cristiana» algo más que la esquemática división del hombre en órganos, funciones y operaciones; más apropiada y más exacta sería una descripción del alma humana «viviendo como no había vivido ninguna otra antes de la predicación evangélica, un alma iluminada y purificada, como la de Santa Teresa de Jesús». También Comte, con notable incomprensión, acusa al cristianismo de no haber vencido a la ley de la fuerza del derecho romano, sus tituyéndola por la caridad cristiana. Y una simple consideración de aquélla afirmación y de esta crítica, sin pretensiones apologéticas, pudiera advertirnos del peligro de haber sacrificado un tanto la realidad histórica del hombre a especulaciones abstractas. Cierta mente que la filosofía no podrá describirnos un alma iluminada por la gracia, ni la cristianización del orden social podrá prescindir de los principios jurídicos. Pero no resulta ingènuo o escandaloso el exigir de las mentes cristianas una consideración preferentemente realista del hombre y de la sociedad. Un eco de esta exigencia es el principio axiomático de Donoso Cortés al afirmar que toda la Teología implica una Sociología: el socialismo es fuerte porque tiene una Teología satánica. Este prin cipio de Donoso tiene, en realidad, mayor amplitud de la prevista. Cada Teología postula una Sociología ; pero lo que es más, una misma Teología, como es la católica, implica en virtud de diversas moda lidades de interpretación, un diseño del hombre con diversas rele vantes éticas y sociales. Las divergencias aumentan si extendemos la consideración a la Teología «cristiana», incluyendo bajo un mis mo epígrafe también la teología protestante. En todos estos casos partimos de un concepto «cristiano» del hombre. Y , sin embargo, la impronta de cada uno de esos conceptos tiene repercusio nes, como no podía ser menos, en la valoración de la existencia so cial del hombre y en el enjuiciamiento de su conducta. Sin preten der finalidad ninguna apologética sino puramente expositiva inte resa señalar esas diversas modalidades y cargar el acento sobre ciertos detalles de los conceptos teológicos del hombre en el terreno de la Etica y de la Sociología (2). Este trabajo de análisis daría por ( 2 ) Conviene entre paréntesis advertir que, relacionar los conceptos teológicos con sus posibles repercusiones sociales, es una verdadera tarea sociológica. El
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