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5 6 V ISION CRISTOCENTRICA.., matices que contribuyen a una visión más adecuada y exacta de la realidad. Se trata de una interpretación más genuína de los de­ signios de Dios sobre el hombre en su medio ambiente. Y aqui ya empiezan a destacar su influjo los tres conceptos del hombre que quedan descritos. 1. In terpretación tom ista de la Etica y de la Sociología. Si fuese factible representar gráficamente la Antropología tomista, habría que hacerlo por medio de unas coordenas cartesianas, como dos pla­ nos que se tocan en un punto. Ese punto es la situación precisa del hombre. Los dos planos que se cortan en un punto son el orden na­ tural y sobrenatural. Y en cada uno de ellos encuentra el hombre una dimensión propia e irreductible. La primera consecuencia de esta posición tomista es la división de la actividad moral del hombre en dos planos distintos: el plano de la Etica natural y el de la moral teológica (14). Hoy resulta na­ tural esta división en fuerza de la costumbre. Pero al mismo tiempo resulta paradógico el supuesto que la ha hecho posible. Porque no existe el hombre «natural», ni se da un fin natural, ni una moralidad natural, dado que el hombre, por inevitable situación histórica, está elevado al orden sobrenatural. Esta Etica prescinde, en consecuencia, de la existencia del hombre, o dicho de otro modo, se preocupa única­ mente de la esencia abstracta. Con ello no se ha dicho todo. Porque toda ciencia es de algún modo abstracta. Lo distintivo de esta abstración es que reproduce implícitamente el plan de la creación, ordenándolo según la disposición de las causas. La esencia del hom ­ bre es el pun to de en lace de la causa eficien te, formal y final. La causa eficiente, como Ser inteligente que es, es una causa orde­ nadora. Y ese esquema del orden mundano que la voluntad divina decretó realizar es inalterable, porque la voluntad recibe su objeto del entendimiento. El derecho natural es la expresión de ese orden rígido, inmutable que regula las relaciones humanas en sus múl­ tiples aspectos. Pero a su vez esta ordenación jurídica no es más que el trazado de la actividad de los seres racionales y forma parte de una más amplia compleja ordenación. La disposición ordenada de la creatura racional es el fruto de la ley natural que refleja el orden interno de Dios por el cual todas las cosas se enderezan a sus fines. La ley natural, como el derecho son, por ello, necesarios, in ­ mutables y eternos como el esquema mismo del ser que se ordena ( 14 ) La exposición más sistemática y amplia del orden del derecho natural es la voluminosa obra (1200 págs.), de M essn er: Das Naturrecht: (W ien) y el anverso más exacto de esta obra y de esta mentalidad es la igualmente volumi­ nosa obra de B. H aerin g: Das Gesetz Christi (Preiburg. i. Br.).

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