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RICARDO RABANOS, C. M . 7 lada Concepción de María, símbolos, figuras o frases de la Sagrada Escritura. La lección «ipsa» de la Vulgata para el Protoevangelio es un ejemplo calificado. Todos los teólogos saben que el texto hebreo habla de todo el género humano en la lucha contra el mal; la ver­ sión de los L X X concentra la lucha en un individuo del género hu­ mano; y la Vulgata identifica el individuo con la Mujer. Nadie ne­ gará que la lección de la Vulgata es más patrística que bíblica, so­ bre todo aplicándola a María (14). Los teólogos, al exponer el dogma, recogen frecuentemente el texto bíblico y la interpretación patrística. Es raro encontrar en los tratados teológicos la exégesis crítico-literal de los textos bíblicos. Se ve con harta frecuencia, aun en las teologías bíblicas, la tenden­ cia a teologizar la Biblia en vez de biblizar la teología. No sé, por ejemplo, con qué derecho pudiera un teólogo construir toda una Ma- riología paulina sobre la frase del Apóstol a los Qálatas: Dios en­ vió a su Hijo, nacido de mu jer (15). Los Romanos Pontífices, cuando citan el texto bíblico en las Bu­ las, lo citan generalmente no como fundamento, sino como confir­ mación de la verdad revelada. Comunmente no hacen más que se­ guir la exégesis tradicional; y a veces no ocultan decir que ésta es su intención. Así Pío IX , en la bula Ineffabilis, afirma que los Pa­ dres y Doctores de la Iglesia conceden a María por el saludo del án­ gel la plenitud de gracia (16). Pío X I I atribuye esta misma interpre­ tación a la tradición católica, en la Encíclica Fulgens Corona (17); y recuerda, en Munificentissimus Deus, que los doctores escolásti­ cos interpretaron el saludo angélico de la plenitud de gracia conce­ dida a María y de la singularísima bendición con que Dios la adornó, en oposición a la maldición de Eva (18). Se nos ocurre una observación. Las dos posiciones exegéticas de la Tradición bíblica son semejantes a las de los hagiógrafos y pue­ den llamarse constitutiva y declarativa. La tradición es constitutiva cuando expone una nueva verdad dogmática; y es declarativa, cuan­ do sólo explica literalmente el texto bíblico. En el primer caso, si los órganos de la tradición citan la Biblia, la cita es sólo una ilustra­ ción de su pensamiento; en el segundo caso, hacen una verdadera exégesis del texto bíblico, que toman como fuente de la verdad revela­ da. La relación, pues, en lo concerniente a la exégesis bíblica es de (14) G n . 3, 15. (15) Gal. 4, 4. (16) <31. 6, 840. (17) AA S , 45 (1953), 579. (18) A A S , 42 (1950), 76.

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