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RICARDO RABANOS, C. M. 31 a su mujer, que concibió y parió a Caín (134). Mirad, decía Lot a los Sodomitas, con ocasión de la visita de los dos ángeles, tengo dos h i­ jas, que no han conocido varón (135). La hija de Jefté tampoco co ­ noció varón (136). Y el libro de los Números conserva esta orden de Moisés a los jefes de centuria, en la guerra contra los Madiani- tas: matad de las mujeres a cuantas han conocido lecho de va r ó n ; las que no han conocido lecho de varón, reservároslas (137). Este es el sentido que da María a sus palabras. El ángel le habla de la concepción del Mesías; y ella responde espontáneamente que no tiene relación conyugal, como corresponde a su estado de virgen desposada. Ella es la nueva Rebeca, muy hermosa y virgen que no ha conocido varón (138). Este recuerdo bíblico añade el mismo len­ guaje a las mismas situaciones. Rebeca es virgen, físicamente ínte­ gra, como indica el vocablo hebreo B e tu lá ; María es igualmente virgen, según el vocablo griego Parthenos. De Rebeca se dice que no conocía va rón ; y María dice de sí misma al ángel que no conoce varón. Si quisiéramos notar alguna diferencia, sería que la unión de virgen y no conocedora de varón aparece más tautológica en el Génesis que en San Lucas. Rebeca no hubiera respondido de otra manera que María, si el ángel le hubiera anunciado la concepción de un hijo en lugar de oir de sus padres: Quieres partir luego con este h om b re ? (139). Insistimos, a modo de conclusión, que explicamos las cuatro pa­ labras de la Virgen « porque no conozco varón», simplemente, tal co­ mo suenan sin necesidad de añadir o cambiar una palabra, explícita o implícitamente. d) El retrato bíblico de María. El pintor San Lucas nos ha dejado un retrato de María franca­ mente bello y atractivo. María es de una sencillez extraordinaria. Es la llena de gracia y de santidad, pero de una santidad, que no desentona del medio ambiente judío y que se conforma con los me­ dios ordinarios de la Providencia. Nada de obras espectaculares, ni de comunicaciónes especialísimas con el cielo, como la han pintado (134) G n . 4, 1. 25; cf. v. 17. (135), G n. 19, 8. (136) Je. 11, 39. (137) 31, 17-18.. (138) G n. 24, 16. (139) G n . 25, 58.

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