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2 6 ¿VOTO O PROMESA DE V IRG IN ID AD ? vante de que el matrimonio de José y de María aparecería más y más como una suerte de «amistad espiritual», fundamento ficticio de la genealogía de Jesús (109). José es en los Apócrifos de la Infancia, el guardián de la virgi­ nidad de María (110). 3) Sin duda, también aquí la verdad está en el medio. Los evan­ gelistas no ven incompatibilidad real entre la concepción virginal y la descendencia davídica del Mesías Jesús. María, según ellos, no parece una excepción de la ley general y contrae los desposorios, como los hubiera contraído cualquiera otra fiel israelita. Estaba den­ tro del ambiente judío contemporáneo. Era la ley e imposición de los tiempos, buena y santísima, como hemos observado. No hay por qué derogarla especulativamente en María ;ni hay por qué subs­ cribir la necesidad de un recurso a la excep ción , siempre molesta. Las aspiraciones de los Esenios a la continencia no justifican la excep ción , porque eran hombres, libres para disponer de sí mismos. ¿Qué poder de atracción podían tener para una joven bajo la po­ testad paterna? Tanto menos que el esenismo estaba al margen de la conciencia común. Su ex cep ción , para que valiese, ¿justificaría esta otra excep ción de María? En todo caso, no basta ciertamente nombrar a los esenios para aclarar todo, como a veces se pre­ tende (111). Dentro de los desposorios o del contrato matrimonial, real y co­ rriente, la pregunta de María, es natural, espontánea y perfecta­ mente comprensible. María era pura; había guardado íntegramente su Virginidad, según lo mandaba Dios. Ahora está desposada, pero sigue virgen en su casa, separada de toda relación carnal con su marido. Si el ángel le habla de una concepción presente, es obvio que responda con la mayor ingenuidad y verdad: No, todavía no, porque no tengo relaciones matrimoniales-, será más tarde. Pero, antes que llegue el más tarde y se hable de relaciones matrimoniales, le responde el ángel, tú concebirás. Tu hijo será el Mesías; y para la concepción no quiere Dios que sea necesaria la obra de varón. El Espíritu Santo te cubrirá con su sombra. Entonces respondió la Virgen: He aquí a la esclava del Señor; hágase en mí según tu pa ­ labra (112). Concluimos insistiendo que si el relato de la Anunciación da a (109) A udet , art. cit., p. 368. (110) Ps. Mat. V III, 1' ed. B A C , 148, 210. (111) A u d et , art. cit., p. 368. (112) Le. 1, 30-38.

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