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RICARDO RABANOS, C. M. 2 3 ultrajado y confuso. ¿Para qué, pues, voy a volver a su lado, lleno como estoy de oprobios y vejaciones (96). El caso de la hija de Jefté es altamente elocuente. Se trata de un sacrificio real y no sólo simbólico o metafórico. En este sentido se trataría del sacrificio de la virginidad; y serviría igualmente a nuestro caso. La muchacha no siente tanto la muerte, cuanto el no dejar hijos o, si se quiere mejor, siente la muerte sin las alegrías de la maternidad. Marchará con sus compañeras por los montes y llorará por dos meses su virginidad; después será sacrificada en cumplimiento del voto de su padre. Las hijas de Israel se reunirán cada año, para conmemorar la virginidad de su compañera .durante cuatro días (97). 3) El judaismo intuye una concepción sobrenatural para su Me­ sías, pero no se atreve a descubrirla. Todas sus voces exteriores se enfocan en un Mesías, hijo de David, nacido de mujer por obra de varón. No en vano pesan sobre él las concepciones que la Biblia na­ rra y que, aunque extraordinarias, no llegan a concepciones virgi­ nales (98). La mujer, que el profeta Isaías anuncia en señal de la libera­ ción de Judá, es en la mente de los L X X una madre virgen; pero su interpretación no salió del judaismo alejandrino. El judaismo pales- tinense la interpreta en un sentido metafórico, por la excelencia de su persona o por la intervención divina en su favor, porque el Mesías será hombre de hom bre, según los judíos que impugnan los Santos Justino y Jerónimo (99). Sin embargo anotamos, a título de curiosidad, que el Haggada conserva la concepción virginal de Moisés, en una interpretación in­ geniosa del texto bíblico. Pues une el texto del Deuteronomio 26, 7b, que habla de aflicción de Israel y el del Exodo 2, 23, que dice que Dios conoció esta aflicción, toma aflicción por abstención del acto conyugal y conocer en sentido sexual y concluye: si los israelitas se abstuvieron de las relaciones maritales, sus mujeres concibieron del mismo Dios. Y si es demasiado decir esto de todas las mujeres, al menos debe decirse de la madre de Moisés. Pues cuando Amrám des- (96) I I I , 1. B A C , 148, 200. (97) Je. 11, 34-40. (98) Todos los textos del A. T ., aducidos para pruebas de la virginidad, son m uy discutibles: cf. Schäfer, Die Gottesmutter in der Heiligen Schrift, Münster 1887, 13-62. (99) S. Just., c. T riíó n , no. 48, P G 6, 580; S. Jeron, in M t. 22, 4T, P L 26, 173: Iudaei confitentur Christum esse venturum hom inem simplicem et sanctum virum asserunt de genere David».

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