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2 2 ¿VOTO O PROMESA DE V IRG IN ID AD ? hortan a sus padres a casarla: ¿ Tienes h ija s ? Vela por su honra y no les m uestres un rostro demasiado jovial. Casa a tu hija y habrás hecho un gran bien, dándola a un marido sensato (89). El salmista canta la felicidad del justo en el seno de la mujer: «tu m u jer será como fructífera parra, en el interior de tu casa. Tus h ijos como renuevos de olivo en derredor de tu mesa (90). Don de Yavé son los h ijo s; m erced suya es el fru to del vientre. Lo que las saetas en la mano del guerrero, eso son los h ijos de la flor de los años» (91). La esterilidad era un verdadero oprobio entre los israelitas y te nida por castigo del Señor, en oposición a la bendición de Yavé que decía: «rao habrá en vuestra tierra m u jer que quede sin hijos o sea e s téril» (92). Recuérdense entre otros los casos de Ana, madre de Samuel y de Isabel, madre de Juan Bautista. Ana se afligía y lloraba, porque Yavé le había cerrado el útero. Un día subió al templo y oró a Yavé así: Si te dignas reparar la angustia de tu sierva y te acuerdas de mí y no te olvidas de tu esclava y das a tu esclava hijo varón, y o lo consagraré a Yavé por todos los días de su vida (93); y cuando Dios le dió un hijo, su alma salta de gozo, en himnos de acción de gra cias a Dios, que da la m uerte y da la vida, hace bajar al sepulcro y subir de él, empobrece y enriquece, humilla y exalta, levanta del polvo al pobre y le saca de la basura, para hacerle sen tar en tre los príncipes (94). La madre de Juan Bautista sufre una angustia semejante, por que era estéril. San Lucas, más sobrio que el autor del evangelio apócrifo del Ps. Mateo en la descripción del oprobio de la esterili dad, pone en labios de Santa Isabel, transcurridos los cinco meses de su concepción estas palabras: Asi ha hecho conm igo el Señor, acor dando quitar m i oprobio en tre los hom bres (95). El Ps. Mateo escribe: Por aquel tiempo apareció un joven entre las montañas, donde Joa quín apacentaba sus rebaños y dijo a éste: «¿Cómo es que no vuelves al lado de tu esposa? Joaquín replicó: Veinte años hace ya que tengo a ésta por mujer; y puesto que el Señor ha tenido a bien no darme hijos de ella, me he visto obligado a abandonar el templo de Dios, (89) S ir (E d o .), 7, 26-27. (90) Salm. 128 (V . 127), 3. (91) Salm . 127 (V . 126), 3-4. (92) E x. 23, 26; Deut. 7, 14; 28, 4. (93) 1 Sm . 1, 5 ss. (94) 1 Sm . 2, 1 ss. (95) Le. 1, 24-25.
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