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RICARDO RABANOS, C. M. 19 8) Varias son las dificultades que encierra esta explicación y que resuelven especulativamente. La primera es que el estado casado, seguido de las relaciones matrimoniales, era el ideal de todo israelita, que miraba como oprobio la esterilidad, según ex plicaremos más abajo (75). Ya San Agustín reconocía que la virgi nidad era inaudita y que María fué la primera en consagrarse a Dios en perpetua virginidad, por inspiración del cielo. Santo Tomás, que entendió la dificultad, habla de un voto absoluto, sólo después de desposarse con San José. El Proto-evangelio de Santiago, que alaba mucho la virginidad de Maria en el templo antes y después del matrimonio, nada dice del voto de virginidad (76). La segunda dificultad viene de su matrimonio con San José. Si ha hecho voto de virginidad, era natural que no se casase. Si se casó, a pesar de su voto, no faltan numerosas razones explicativas, aunque de carácter especulativo-ascético, que San Jerónimo reduce a cuatro: mostrar el origen de Jesús por la generación de José; impedir que María fuese apedreada como adúltera por los judíos; proporcionar a María una ayuda en su huida a Egipto; y ocultar al diablo el parto virginal (77). La tercera dificultad se relaciona con la alteración del texto bí blico. La hipótesis del voto pide cambiar el presente «conozco» por el futuro. El cambio no se prueba y exigiría alguna adición, que más tarde consignaremos como la que San Agustín pone: porque no conozco absolu tam en te varón (78). La profecía de Isaías no puede aducirse en prueba del voto de virginidad, porque, aun supuesta la interpretación de Madre-V irgen, María no se la aplicaría a sí misma, quedándose virgen para ser ma dre, sin una revelación particular, que no se prueba. El texto de San Lucas, finalmente, no exige el voto de virgini dad, sino sólo que María sea virgen y desposada. El evangelista quie re resaltar las dos cualidades. Resalta la virginidad de María, cuan do repite dos veces el vocablo «virgen» en un versículo (v. 27), como notamos arriba; y resalta los desposorios, al tiempo de su viaje con José a Belén, cuando ya era casada (79). Sin salir del libro de la Infancia, San Lucas dice que Ana vivió con su marido siete años (75) Le.1, 25; Ps.Mateo, Iss., ed. BAC 148, 200. (76) Ed. BAC 148, 166 ss.; cf. Ps. Mateo, vm, 1; Nativ. de María, ed. BAC, 148, 268. (77) AdMatth., 1, 18,PL 26, 24; cf. S. Ambros., in Le. 1, 26 ss., PL 15, 1633; S. Buenaventura, o. c., en la nota (74). (78) Appendix, serm. 195, 3, PL 39. 2108. (79) Le. 2. 5.
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