PS_NyG_1958v005n008p0003_0037

1 2 ¿VOTO O PROMESA DE V IRG IN ID AD ? b) L a d ig n id a d de la M a d re y del H ijo No repugna que Jesucristo hubiera nacido de un matrimonio ra to y con sum a do , pero quiso nacer milagrosamente de una madre virgen, como más conforme a la dignidad de la Madre y del Hijo, según nuestro modo de pensar. Partiendo del hecho milagroso, es lógico atribuir a María una serie de comunicaciones extraordinarias de Dios, particularmente el deseo ardiente de consagrarse a El en perpetua virginidad; y supuesto el deseo, María debió realizarlo sin dilación por el voto o, al menos, por una promesa o simple propósito. Posteriormente entendió que su voto había sido grato a Dios, pro­ bablemente por una nueva comunicación del cielo. Recuérdese que los Apócrifos ponen a María en continuo trato con los ángeles y que, a la edad de tres años, fué presentada a Dios en el templo (39). Dentro de este ambiente existen muchas interpretaciones, más o menos literales, de la primera palabra de María, que vamos a rese­ ñar, no sin antes citar tres testimonios que relacionan la virgini­ dad con la dignidad de la Madre y del Hijo. El primero es de San Agustín que no sabe qué escoger: si María mereció la virginidad por su elección de la virginidad o Dios la mandó la virginidad por pre­ paración para la maternidad: «María no respondería así, si antes no hubiese hecho voto de virginidad a Dios. Pero porque esto todavía rehusaban las costumbres judías, fué desposada con un varón jus­ to, que no había de quitar violentamente, sino más bien defendería contra los violentos, lo que había prometido. Pero podía también, haber sido mandada permanecer virgen, puesto que de ella recibiría el Hijo de Dios la forma de siervo co n v en ien tem en te» (40). El segundo testimonio es de San Pedro Crisólogo, que explica la unión esposa-madre, comentando las palabras « cua n d o estaba d es­ po sada M a ría » : Si madre, no esposa; si esposa, todavía no madre. Esposa por la virginidad, madre por la fecundidad; madre que no conoce varón y conoce el parto. Es deber virginal que la virgen re­ genere por Dios lo que la virgen engendró por Dios; Dios e integri­ dad están en consorcio celestial; la virgen unida a Cristo es la có­ pula perfecta de virtud (41). Y el tercer testimonio es de San Bernardo: A la majestad de the narratives of Jesus’s birth originated in a properly Jewish rather than Hellenised milieu». (39) Ps. Mateo, V II-V III, ed. BAC 148, 157 ss. (40) De sancta virginitate, 4, PL, 40, 398. (41) Serm. 146, PL 52, 592.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz