PS_NyG_1957v004n007p0291_0314

FR. G. DE SOTIELLO 2 9 9 de antítesis entre una y otra. Lo voy a reproducir, porque es suma­ mente orientador y sintomático. CARACTERES DE UNA FILOSOFIA DE UNA FILOSOFIA ONTOLOGICA PERSONALISTA 1.— primado de la libertad sobre el ser del ser sobre la libertad. 2.— primado de la existencia subjetiva del mundo objetivo sobre sobre el mundo objetivo la existencia subjetiva 3.— dualismo monismo 4.— voluntarismo intelectualismo 5.— dinamismo estatismo 6.— activismo y sentimiento de crea- pasividad ción 7.— personalismo impersonalismo 8.— antropologismo cosmologismo 9.— filosofía del espíritu naturalismo Cada una de estas direcciones parte de unos primeros principios fundamentales, da una visión peculiar de la realidad e interviene en la solución de todos los problemas importantes. Nuestro pensador se afilia, innecesario es apuntarlo ya, a la filosofía de la primera columna. El porqué último de inscribirse en una u otra bandera es algo misterioso y anterior a una libre decisión. Casi se podría aventurar la afirmación de que nacemos ascritos al ontologismo o al personalismo. «Hay entre los filósofos dos razas diferentes, de­ terminadas por las divergente estructura de sus conciencias, de don­ de provienen diversas direcciones del espíritu». He querido dejar aquí anotadas estas palabras de Berdiaeff, por­ que son una orientación que nos lleva a comprender mejor, no sólo su filosofía, sino una constante del pensamiento filosófico ac­ tual. El filósofo no filosofa desde la nada, desde un absoluto inde­ terminismo intelectual o existencial. Todos empezamos a filosofar — a reflexionar— desde una avanzada del pensamiento, y por eso, nuestra tarea viene ya condicionada por la historia, y la filosofía no deja de reconocer su condición de histórica. Sin caer con esto en un fácil historicismo. Es verdad que los filósofos han sentido una cierta proclividad a presentarse como hombres situados en una colina intemporal, des­ de la cual definían lo que eran las cosas temporales. Su meta pa­ recía ser colocar la mente virgen ante una realidad nunca hollada o intacta. Pero hoy damos la razón a Berdiaeff cuando nos dice que Descartes llegó al «cogito», por la pasarela de la emoción; que la Etica de Espinoza, a pesar del método geométrico que emplea,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz