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2 9 4 LA FILOSOFIA ME SIAN ICA DE BERDIAEFF y niega que los demás puedan utilizar legalmente esa palabra. Así Heidegger, para que no se le vaya a confundir con Jaspers, distingue entre filosofía existencial y existentiva. Berdiaeff niega que Heideg­ ger y Jaspers sean verdaderos existencialistas, pues la de él sería la única filosofía existencial. Mientras por su parte Maritain cree abu­ sivo ese nombre siempre que se le utilice fuera de la filosofía de Santo Tomás . Pero Berdiaeff denomina su filosofía, más que existencial, esca - tológica, aunque su escatología tenga muy poco que ver con la esca- tologia cristiana. RETORNO A LA PERSONA Hay un común denominador en toda la filosofía existencial y es el afán por salvar la persona humana, que se encuentra enajenada de una u otra forma en un mundo naturalista. Para Berdiaeff esta salvación se presenta con un carácter que él llama mesiánico, aunque ya veremos el alcance de esta expresión. Pero antes nos conviene situar esta metafísica dentro del cuadro de la filosofía occidental. Sólo a partir de ésta podremos comprender la nueva filosofía, tanto en lo que tiene de complemento de la anterior, como en lo que se le opone como antítesis y superación. Distingue nuestro filósofo tres estadios en la historia del pen­ samiento: el primero, es aquél en que el hombre se siente identifi­ cado con el mundo que le rodea, con las fuerzas cósmicas que le dominan y de las cuales se cree una parte insignificante. El hombre no ha despertado suficientemente para darse cuenta de su indivi­ dualidad. Pero llega un momento en que ese mismo hombre comienza a sentirse a disgusto dentro del torbellino del mundo natural. Es como si se diese cuenta de que él pertenece a otro mundo distinto, y en­ tonces empieza un trabajo de perforación del mundo múltiple y caó­ tico que le envuelve hacia un mundo luminoso, hacia el mundo de la razón. Históricamente ésto les sucedió a los occidentales cuando los griegos descubrieron esa gran cosa que llamaron el logos, la razón. Es entonces cuando los hombres caen en la cuenta de que existen dos mundos, uno el de las experiencias inmediatas, 'el que se ofrece de pronto a los sentidos, y otro, el mundo de la verdadera realidad, el mundo noumenal. Estamos ya en Platón. Platón, con el maravilloso descubrimiento del mundo de la verdadera realidad, que es el mundo de las ideas, ha abierto la puerta a las grandes co­ rrientes del pensamiento filosófico. Cuando uno se siente incómodo en el mundo circundante, entonces se comienza a amar la me­ tafísica.

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