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FR. G. DE SOTIELLO 2 9 3 actitud metafísica del escritor ruso; pero en la misma palabra «pre supuesto» nos encontramos delante de una encrucijada de caminos o significaciones. Vamos a delimitar: Un sistema filosófico, cuando es vivo y no se reduce a un simple aprendizaje despersonalizado e im puesto del exterior, tiene su origen en algún hecho que ha golpeado las puertas del alma, pidiendo una respuestra. Pues bien, el hecho que más ha obligado a reflexionar en las últimas décadas, han sido los desastres que últimamente ha sufrido el mundo civilizado. Si nos trasladamos ahora a otro momento histórico, al siglo x v i i i , nos en contramos con que aquellos hombres filosofaban desde una posición que está en el polo contrario a la del tragicismo del mundo de hoy. J. H. Randall comienza el estudio del siglo x vm con estas palabras: «En la carátula de una vieja edición de las obras de Rousseaut hay un grabado que ilustra bellamente el espíritu intelectual del siglo xvm . Rousseau está sentado a su mesa de trabajo frente a un agradable paisaje pastoral de verdes campos, ovejas y graciosos sauces: la na turaleza racionalmente ordenada que él y sus contemporáneos admira ban con respecto» (1). Hoy habría que pintar a un hombre que con templa el bombardeo de una ciudad o las alambradas de un campo de concentración. La situación desde la cual se filosofa es algo que no se puede de jar en segundo plano, pues toda filosofía depende en gran parte de una prefilosófica actitud existencial. Berdiaeff filosofa también «des de la experiencia espiritual provocada por las catástrofes de nuestro tiempo». Desde otro ángulo de visión, al filósofo lo encontramos condicio nado por la generación que le ha precedido. Nuestro pasado condi ciona, limitándonos, nuestro presente y nuestro futuro. Este pasado que limita, como un muro, la filosofía de Berdiaeff, es la explicación naturalista de la realidad. Finalmente nuestro autor se halla inscrito en una corriente vaga mente cristiana y cuenta entre sus positivos inspiradores a S. Agus tín, Pascal y Kant, y sobre todo la mística alemana, más bien la de tendencia heterodoxa. Con ello ya podemos decir, al menos provisionalmente, que nos en contramos en presencia de una metafísica existencialista. Y digo pro visionalmente, porque cada filósofo pretende monopolizar el vocablo (1) J. H . R a n d a l l : La formación del pensamiento moderno (Buenos Aires, 1952)', pág. 259. 10.— -NATURALEZA Y GRACIA.
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