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3 1 0 LA FILOSOFIA ME SIAN ICA DE BERDIAEFF sible a todos, tenemos el caso del arte. La realidad nos entrega un bloque de mármol informe, un caos de sonidos, un acerbo de pala­ bras sin sentido. El artista saca de ahí una estatura del Panteón, la Quinta Sinfonía o el Quijote. Esta transformación realizada por el arte, bien puede ser denominada «escatológica», porque acaba con un mundo, el mundo de lo informe, para hacer nacer otro mun­ do, el de la obra artística. En el orden moral podríamos seguir los pasos de un proceso se­ mejante. Del humus de nuestros instintos y pasiones elementales puede surgir una bella flor, exquisita, del orden moral, un San Fran­ cisco de Asís o un San Pablo. Y es aquí donde el hombre alcanza su auténtica dignidad, vuelve a ser espíritu y se coloca, diríamos, en el orden de Dios, contribuyendo con El al hecho prodigioso de la creación. El mundo que crea el espíritu es una obra teándrica, hija a un tiempo de Dios y del hombre. Aquí vale la pena notar el papel predominante que el pensamien­ to existencialista atribuye a la imaginación sobre la razón pura. Y es que la razón pura o especulativa «objetiva», opone la cosa al sujeto, pero no previene, no se adelanta, en la creación de algo nuevo. Esto queda reservado al poder de la imaginación. Esta pasa a ser la facultad preponderante en el hombre que vive según el espíritu. En un mundo humano desprovisto de la imaginación que crea anticipando por medio de la imagen, todo se explicaría por sus an­ tecedentes, todo estaría ya determinado en sus causas y habríamos caído en el determinismo de los positivistas del siglo pasado. Hoy esta actitud en favor del espíritu libre y creador, y de la consi­ guiente imprevisibilidad de sus obras, se ha extendido del campo filosófico al de los cultivadores de los estudios literarios y artísti­ cos. Estos consideran el acercamiento a la obra artística o literaria hecho desde afuera, desde las circunstancias o elementos ambien­ tales, etc., como un acercamiento secundario, periférico, y que no toca el inescrutable misterio de la creación espiritual. Se ha im ­ puesto el triunfo del espíritu irrepetible e intercambiable de cada hombre. LA SOLEDAD REVELADORA Hemos anticipado en el breve apartado precedente cómo a través de la creación artística el espíritu triunfa de lo general, de lo de­ terminado. Ahora vamos a tocar este punto con una mayor amplitud y hondura, porque ha llegado el momento decisivo de comprobar cada uno en su misma existencia si es o no verdad que lo general

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