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FR. G. DE SOTIELLO 3 0 9 de conocer más pasión que razón. «El hombre conoce más emotiva que intelectualmente». En el conocimiento filosófico desempeña un papel más importante la imaginación que el entendimiento. Se des­ cubre aquí más o menos un «a priori», humano, una filosofía de presupuesto antropológico, aunque Berdiaeff rechaza toda acusación de sujetivismo y relativismo. Con un teoría un tanto difícil de cap­ tar, pretende superar las dos posturas clásicas en torno al problema de los universales, el eterno problema de la filosofía, bajo mil di­ ferentes disfraces: el realismo, sea exagerado o moderado, y el em­ pirismo y conceptualismo. Los realistas, nos viene a decir, nos dan lo universal como real, sin darse cuenta de que ese universal es un producto de la mente; y los empiristas atomizan el real concreto. Berdiaeff pretende darnos lo «general-concreto». Aclarando quizá esto, decimos que filosofar es ante todo, una tarea de orden cognoscitivo. No se pretende rebajar el quehacer fi­ losófico a tarea del «homo faber». Pero el conocer ha revestido, a través de la historia de la filosofía, una doble modalidad, según que el cognoscente sea cognoscente «ut sic», puro entendimiento, o un hombre existente, en toda su realidad humana. Ambas formas tienen su punto de convergencia: introducen en el caos material de la realidad un sentido. Sin ese sentido no es su­ perable el mundo de la pluralidad y del desorden. Pero el conocer puramente conceptual tiene la fatalidad de abo­ car a un mundo del que se hace desaparecer el ser concreto, tanto el ser del que conoce como el ser de lo conocido, y se queda con simple sujeto cognoscente y objeto conocido. Ahora bien, una rea­ lidad a la que se ha transformado previamente en puro objeto de conocimiento conceptual, se la ha convertido en algo universal, abs­ tracto, y despojado de su ser individual y concreto. Y paralela­ mente el sujeto cognoscente se queda en simple sujeto cognoscente. En cambio, cuando es el hombre total el que se enfrenta cognos­ citivamente con las cosas, éstas quedan abiertas al hombre no como simples objetos de conocimiento abstracto, sino en su concretez e individualidad. LA CREACION POR LA LIBERTAD Cuando Berdiaeff nos habla de creación, de producción de nue­ vos seres, no se refiere al viejo concepto de creación «ex nihilo sui et subiecti». Toda creación humana presupone la materia sobre la cual se actúa. Pero en todo caso hay una victoria sobre lo dado, so­ bre el ser en bruto que está ahí, y esa victoria hay que atribuirla al espíritu. Como ejemplo clásico de creación espiritual, compren- l'

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