PS_NyG_1957v004n007p0291_0314

302 LA FILOSOFIA M E SIAN ICA DE BERDIAEFF tuales como la intuición, la inspiración, el amor, la filantropía, la fe viva. Y de esta forma las objetivaciones creadas por el hombre se han vuelto contra él, oprimiéndole. Y si ha habido protestas contra esta esclavitud a que el hombre vive sometido, no siempre se ha acertado en la solución. Aunque no estemos en un plan de estricto enjuiciamiento, no debemos dejar pasar estas ideas sin alguna observación. Ya esa distinción del hombre medio y del que es verdaderamente libre re­ sulta un tanto sospechosa. Pero, además, no podemos olvidar que la libertad humana sólo se realiza dentro de la participación de un orden de valores universales y en un orden social común para todos. El que éste orden común con frecuencia haya perdido flexibilidad y se haya anquilosado no es motivo suficiente para que vayamos a propugnar un individualismo sin fronteras. EL HOMBRE Y LAS REALIDADES COLECTIVAS El problema del realismo y nominalismo tuvo en un tiempo un sen­ tido preferentemente lógico. Hoy interesa sobre todo en su aspecto social, máxime después de haber asistido a los excesos de un tota­ litarismo — Estado o Proletariado, da lo mismo— al que se le han conferido poderes capaces de aniquilar la persona humana. Berdiaeff ha pasado por ser un incorregible anarquista. Estuvo cuatro veces preso en Rusia, dos bajo los Zares y dos bajo el ré­ gimen comunista. Y no podía por menos de plantearse el problema de la realidad de las colectividades. Y lo encuadra como un aspecto más de ese otro problema de fondo que obliga al hombre a tomar una decisión entre el dilema de optar por el ser o por la libertad espiritual. Naturalmente que Berdiaeff opta por lo segundo. Esto no quiere decir que se oponga a la existencia de organismos colecti­ vos, como no se opone a la existencia del mundo fenoménico. Lo que rechaza de plano es la pretensión de que esos organismos colec­ tivos se conviertan en unas super-estructuras de las cuales el indi­ viduo quedará reducido a una simple rueda del artefacto. «Hay una comunidad y un comercio de los hombres entre sí, sin los cua­ les la persona humana no puede realizarse, y hay funciones del Es­ tado necesarias a las relaciones de los hombres entre sí. El hom ­ bre es un ser cósmico y social. La persona se realiza dentro de las relaciones cósmicas y sociales». Esto es lo racional y sensato. La dificultad aparece luego cuando nos dice que esas realidades co­ lectivas nacen de una enajenación del hombre, inclinado de suyo a la esclavitud.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz