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FR. JOSE CALASANZ DE LA ALDEA 247 del instinto con las fuerzas superiores de la cultura o de la reli­ giosidad? Como se vé, son preguntas que ha contestado ya Leal. No nos basta, con todo, una solución teórica de tipo abstracto. Por otra par­ te, el pensamiento que introduce a este estudio no se basa exclu­ sivamente en motivos de orden esencial, Es, más bien, una cata­ logación histórica, sociológica incluso. A continuación vamos a intentar una síntesis desde el mirador concreto, casi preferentemente pragmático. Es decir: una vez ad­ quirida la convicción de que existe un canon de hombría que Leal Insua nos ha enseñado, queremos captar la concrección de sus ideas en la vida. De los tres tipos polarizadores de su clasificación no nos interesa más que el primero. El hombre incapaz no es susceptible de un perfeccionamiento por carencia de aptitudes mentales o volitivas. El burgués — en su corte clásico— no puede adquirir la estatua del hombre en su definición amplia de espiritualismo, por exceso de emperezamiento. «Te agradezco, Señor, que nunca me castigarás con el abandono de la pereza. Te doy gracias también porque me has apartado de una blanda niñez de caprichosas abun­ dancias...». La lógica de las ideas con respecto al tema del hombre nos en­ frenta con el individuo que, a pesar de su deficiencia inicial de re­ cursos, se hace una posición en la vida. ¿Es posible que un hombre en estas circunstancias pueda vencer la inercia de tantos elemen­ tos de todo orden que forman la trama del vivir en el mundo? Para demostrar esta posibilidad nos vemos en la alternativa de escoger un personaje ejemplar de la historia o de fiarnos de la sinceridad de una autobiografía. Ambas direcciones se prestan a tergiversacio­ nes inmorales. En la historia, porque la hipótesis, que tiene un valor inestimable para el científico, es inválida como documento exis- tencial objetivo. Y la autobiografía, porque el autor puede elevar a la categoría de leyes psicológicas lo que, en casos dados, no es más que una impresión de carácter subjetivo. Leal Insua ha salvado el escollo de las construcciones criticistas con un sentido aristocrático de la historia. Como el mejor poema está en el alma del artista, la mejor historia puede — ¿y debe?— (11) Primer Semillero de Poemas, núm. 26, p. 20.

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