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FR. JOSE CALASANZ DE LA ALDEA 243 tamiento inevidente, libre y escogido ante la realidad. He aquí la radical divergencia de ideología y de acción en el estudio imparcial de la persona y de su individualidad caractereológica. Con frecuencia nos encontramos en la vida con escenas que nos pasarán desapercibidas si olvidamos estas sugerencias de un rea­ lismo conmovedor. La «gente» no sabe ver ese «algo nuevo», del aire, de la sombra, del color. Y son pocos, muy pocos, los que caen en la cuenta de que también el olor puede someterse a una investigación sentimental (6). Yo veo en este hecho de experiencia horaria la motivación de la literatura como expresión de los diversos «estilos de pensar», que escribió D ’Ors. Diógenes que, en el fondo, era un humorista se dedicó a la búsqueda del hombre. La linterna era sólo un episodio decorativo de su pesimismo irritante. En todo caso, nos inyectó — casi la cer­ teza— de que no es una cuestión nada fácil encontrarse con hom­ bres de verdad. Yo recelo un poquito del lenguaje de mis seme­ jantes, sobre todo, cuando tienen inteligencia suficiente para ser humoristas. Platón me da la sensación de un irónico excepcional en su definición del hombre como animal implume. El estilo humorista de pensar no es, pues, una adquisición del hombre contemporáneo. Es casi un método de docencia que, en su mayor dinamismo expresivo, tiene siempre una mezcla impalpable de sátira, pesimismo y bondad. La caricatura gruesa es la gramá­ tica de los ciegos mentales. Estas observaciones nos han conducido con pulso cierto por el alma grande de la obra leal-insuana desde su génesis hasta el mo­ mento presente. Nos toca ya analizar las características de su voz poética. El postulado inicial se repite como un indicador en los caminos de la verdad. Hay que aprender a contemplar. La propedéutica del hombre que se hace su vida y se crea una posición no vulgar a base de esfuerzo propio es la visión de las cosas en carne viva. El alma se humaniza a base de esfuerzo, como la piedra rodada que empuja la corriente. La lucha es ley de vida. Se ha comparado el «semillero» con «la greguería», de Ramón Gómez de la Serna. Eugenio D ’Ors desmintió esta filiación en su «glosario», y, a mi parecer, con razón. Creo sinceramente que la (6) Primer Semillero de Poemas, núm. 71 , pág. 33 . ( 7 ) Cfr. Faro de Vigo, 26 -X II- 52 , la reproducción de una glosa radiofónica de Eugenio D ’Ors en Radio Nacional de España, en Madrid.

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