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FR. JOSE CALASANZ DE LA ALDEA 2 7 9 Am or... La simiente doblada por el rubio racimo de la espiga. El tallo blanco del trigal, rumoroso de brisas... La mañana en cruz luminosa de alondras y de trinos. Y el Señor, allá arriba, preparan­ do una estrella para los que se aman. Y a tenemos al niño precoz, preocupado por los problemas uni­ versales. Leal Insua ha miniado la monografía del amor con la maestría de un copista de viejos códices. No se trata de un ma­ nual o de un catecismo amoroso. El amor en la vida puede con­ fundirse con un capricho, con un cálculo interesado o con cual­ quiera otra cosa. Pero no es susceptible de un guión hecho. Se le quitaría toda su indefinida atracción, su sencilla complicación, su afán innumerable, su misterio eterno. Hasta su sinrazón. Nos que­ daríamos con una mortaja ridicula del amor. El poeta de «Te he buscado», es el hombre menos libresco que conozco. Canta cuando no puede ocultar su alegría o su dolor. Siem­ pre que le hiere íntimamente alguna impresión vivida. Por eso sus cantos tienen la sorpresa y la frescura de la vida que salta sin coac­ ción de la fuente agreste. Su poesía es una historia que viene a coincidir en lo más humano con la historia de todos los hombres. Y , ¿qué es para Leal el amor? En el «Poema del amor callado», ha definido con una asombrosa perfección de artista, el «tempo» impalpable del fenómeno amoroso. El amor no se define. No se somete a un análisis desintegrante de laboratorio. Hay que vivirlo como un pan sabroso que fortalece el organismo espiritual. Claro que esta vivencia debe tener alguna motivación, algún postulado íntimo, aunque sea inconsciente. Pero su determinación cae fuera de nuestro mundo de percepciones: «Te quiero y no sé por qué. Sólo sé eso mismo: que te quiero» (63). El poeta querría darnos una explicación de su amor. Pero, en la hora de las conclusiones, se limita a la sugerencia como fondo y geografía de su enamoramiento. La renuncia a su costumbre de pro­ fundidad quiere suplirla aquí con una travesura de niño inteligente. Y se pregunta todo serio: (á 3 ) H o ra s, p. 75.

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