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FR. JOSE CALASANZ DE LA ALDEA 271 espiga, agua en el rio, hoja en el árbol, nube en el aire, piedra en el monte, amor en el amor! Y todo, Señor, porque está la tarde deliciosamente limpia, tibia y lejana...» (54). El pasaje transcrito no es solo un alarde de estilo perfecto. Tam bién es esto: Leal Insua domina el ritmo — uno de los elementos técnicos de más difícil sumisión— con una maestría de divo. Las pa labras pierden su fonema hiriente para adquirir preciosidades de diamante pulido o sabor añejo de cuero repujado. Llega a tal ex tremo la perfección de su pluma que los afectos, las impresiones, hasta los poderes instintivos obedecen a la disciplina austera del orden, de la majestad y del libre albedrío. Leal dice lo que quiere y como quiere, siempre con dignidad, desde luego, pero con una am plitud de criterio que lo catologa entre los estilistas universales. Dejemos — con todo— el estilo. Porque lo más importante del pá rrafo citado pertenece a una esfera de realidades distintas. Se tra ta de un estado psicológico que contiene en germen la historia de la estética ejemplarista, la estética naturalista y, casi casi, la san tidad. Es la adaptación poética — recuerde el lector la identificación de lo poético y de lo vital— de la lírica franciscana de un intimismo acogedor a las exigencias de los tiempos. El poeta se ha reconciliado — por una sobreabundancia— con la naturaleza y con los seres diminutos que viven en la ignorancia fe liz de lo perfecto. ¡Qué cerca de San Juan de la Cruz en la búsqueda de Dios en la huella de su creación! ¡Qué paralelismo, en la intención, con aque lla escena del lobo que lamía las manos llagadas de Francismo de Asís! Yo le veo jugando con el diminutivo y con el superlativo, con todas las formas y variaciones mimosas del nombre, como la «niña chica» genial juanramoniana: «¡Platero! ¡Platerón! ¡Platerillo! ¡Platerete! ¡Platerucho!» ... V El pesimismo — sometido a un riguroso proceso de meditación y de vida sana— ha suavizado su ceño. Un paso más y la esperanza en sí mismo abre bulliciosa todas las puertas de la alegría. Hasta aquí, el hecho glosado en el análisis rápido que precede. Podría pa(54) P rim er S em illero d e P o em a s, p p . 23-24, n ú m . 38.
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