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2 5 6 ITIN ERARIO E X IS T E N C IAL.. suficientemente exacta de las corrientes ideológicas que han mo­ tivado las filosofías del siglo x x : pragmatismo, vitalismo, fenome­ nología y existencialismo. Hoy — más allá de la anécdota o de la simple narración de hechos y de fechas— la historia es una razo­ nada motivación de ideas en las investigaciones de Spengler, Huizin- ga, Burkhard y otros. Por si esto fuera aún insuficiente, podemos leer en una versión castellana las obras más representativas del movimiento actual en poesía, arte, política... Leal Insua es un hombre de su siglo. He aquí la limitación pre­ liminar a que han llegado las investigaciones modernas. De su si­ glo y de su mentalidad, que es algo más importante aún. Es decir, no se ha hecho a sí mismo. Es el resultado de un proceso dinámico, de un ambiente ciudadano, de un «sistema» definidor de vida. ¿Po­ demos concretar de qué se trata? En la juventud de Leal, España vive de dos fuentes espirituales. Una sigue la cadena de la tradición y se debe a criterios netamente católicos. La otra — la más turbadora y atractiva, quizás por su no­ vedad — tiene raíces extrañas a la esencia doctrinal de la his­ panidad. Los dos maestros, con un prestigio extraordinario, del primer cuarto de siglo español son, sin comporación posible, U namuno y A n ­ tonio M achado . No es que no haya otras personalidades señeras. La generación del 98 pesa mucho en el ambiente con una técnica de­ puradísima. Juan Ramón Jiménez, dirige, con la seguridad de un procer, las generaciones jóvenes de poetas. Pero sólo Unamuno y Machado tienen la cátedra oficial y el gobierno indiviso. Vamos a repasar brevemente su teoría de la vida para poder h a ­ cernos una idea de la eficacia de su magisterio: U namuno es uno de los hombres que ha sentido más al vivo la problemática humana de la existencia. Nadie, después de Manri­ que, había puesto de relieve, con pinceladas tan sombrías, la fuga­ cidad de la vida, su temporalidad. Es cierto que la ascética ha agu­ dizado siempre el «paso», la condición de provisionalidad del mundo y de sus cosas. Unamuno hace de la contingencia de los seres y del propio ser el punto cardinal de su meditaciones (24). «¡Cuando yo ya no sea, serás tú, canto m ío !». La obra literaria del profesor salmantino es un grito alucinante, (24) A n to lo g ía P o é tic a , 4. P a ra d esp u és d e m i m u erte , p. 10.

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