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252 ITINERARIO EXISTENCIA!«.. Y , sin embargo, aquellos dolores iban a alumbrar, después de una gestación penosa, al hombre del mañana. Por eso sufría ac­ cesos inmotivados de melancolía y de pesimismo. Las metáforas de su rico repertorio poético siguen lastimando la carne enferma de su alma. Vale menos que la lluvia fecundadora que, hasta en el grifo abierto, tienen una misión delicada de sugerencia: «Abrís el grifo y no reparais en que esa agua fué, en la lluvia, castigo y bendición de razas; en la montaña, jugo de roca; en el torrente, clamor de siglos; en el remanso, co­ pia de nube... (15). La luz en el mar puede protagonizar un cuadro de ángeles: «Mira aquella luz perdida en el mar. ¿Qué vigilia de piloto alumbrará? Así el amor» (16). La nube desbordada de sol es benéfica con la movilidad peren­ ne de su sombra: «Mira esa sombra de la nube errante cómo pasa por en­ cima de todo sin hollar nada... ¡Quién fuera sombra de nube, amor! (17). La estrella se abre a la esperanza de una felicidad compensadora: ¿Qué estrella tienes destinadas, Señor, para las almas de los que se han querido en esta vida? (18). La luz, la nube, la estrella, las olas, la sonrisa, la inquietud, las hojas, los árboles y las flores... En cada uno de los seres se compen­ dia una cifra elocuente de vida. Y en esta perplejidad que lo aísla, como un monolito en los espacios siderales, siente una ansia rabiosa de ser algo, de saberse vivo en un mundo que vive, de gritar como un enloquecido su pasión física de supervivencia. La luna «amiga ( 15 ) Primer Semillero de Poemas, núm. 9 , p. 16 . ( 16 ) Ibid., núm. 21, p. 19 . ( 17 ) Ibid., núm. 36 , p. 23 . ( 18 ) Ibid., núm. 58 , p. 29 .

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