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FR. CLAUDIO DE V ILLARR IN 227 la afición al deporte y al juego en un sentimiento de admiración que le hace gozar inmensamente, pero no participa en las activida­ des de grupo. El interés del éxito se desarrolla en una amplitud que abarcará en el ocaso de la adolescencia y durante el periodo de la juventud todos los aspectos de la vida, tal vez porque el hecho del triunfo aviva en el alumno la conciencia de que ha adquirido un grado de plenitud en el proceso psíquico que es una de las ambi­ ciones peculiares de este período. Igualmente, siente la pasión por las «bandas», cuyo influjo parece decisivo en las decisiones del adolescente. Participa en la actividad del grupo y en el ardor de la lucha se despierta el anhelo de victoria y el instinto del mando. La superación de los obstáculos será para el educando un motivo de alegría, porque significa una autofirmación de la personalidad. Esta inclinación se acentúa aún más cuando la atención se concentra en la sensibilidad interna, durante el período de la adolescencia y la juventud. Por esa obsesión interna que no le permite al muchacho salir fuera de los contornos del propio «yo», la fantasía, ayudada por el sentimiento elaborará ideales absurdos sobre el porvenir, hacia los que el estudiante va para calmar la inquietud de sus impulsos, por­ que el ansia de plenitud constantemente le lanza a la acción. La actividad se extiende a cualquier aspecto de la vida con el fin de asimilar un determinado valor humano que dé el mayor realce po­ sible a la propia personalidad. Aunque ya en los albores de la ado­ lescencia estimen indistintamente los intereses ético-sociales y el conocimiento racional, la preocupación por la forma abstracta y el aprecio de los valores estéticos y literarios aparece en el momento de la juventud. Y como consecuencia de éstas tendencias surge el gesto de asombro ante el héroe y el santo que será para un joven la máxima representación del valor y de la virtud. En casos par­ ticulares, por ejemplo, en la cuestión de la lectura, nos ha hablado la experiencia de los intereses del púber y del adolescente, pero nada definitivo ha dicho sobre el muchacho de 16 años. Quizá la variedad y la inconstancia psíquica no permiten distinguir un ele­ mento característico, pues hasta el presente, no se ha señalado di­ ferencia alguna entre los jóvenes y los adultos. Concretando: al alumno le conmueve el anhelo de perfección, el ansia de dominio, la expansión de las fuerzas vitales, el afán de ser el primero, el ideal: ser un caballero, un héroe, un sabio... Hemos hecho una descripción vaga e imprecisa. Intentar precisar gráfica­ mente la evolución del interés en un muchacho sería una tarea más difícil, porque en su desarrollo intervienen factores diversos, como

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