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224 VALORACION DEL OBJETO.., parse de la fuerza subyugadora que conjunta armónicamente toda la actividad psíquica, porque la sensación ocupa plenamente al su­ jeto, alejando otro obstáculo extraño. Motivo de atención será también la potencia del estímulo. Opor­ tunamente subrayamos antes la relación entre el estímulo y la sen­ sación, pero ahora nos referimos nuevamente a esta ley, porque con­ venía advertir cómo la fuerza del estímulo provoca la atención al grabar fijamente las impresiones en los sentidos. Una proporción directa relaciona ambos extremos. El muchacho necesita ver, oír, gustar, sentir... Esas ansias na­ turales las satisface perfectamente el realismo expresivo de la ima­ gen, porque ayuda al estudiante, que tiene una idea vaga e imprecisa sobre los objetos, a contrarrestar el malévolo influjo de la sensibi­ lidad interna y a formar conceptos claros y precisos. El contacto in ­ mediato con la realidad sensible llena plenamente los sentidos y sub­ yuga la atención del muchacho. Al presentar el objeto o la repre­ sentación delante del estudiante reducimos conscientemente el cam­ po visual a un punto concreto; en él aparece ahora un objeto de­ terminado, aislado, que constituye total o parcialmente el único motivo de percepción. Todas estas circunstancias nos aproximan a las cosas y permiten al alumno gustar la realidad según el sentido de la vieja expresión «sapere», opuesta al sencillo «scire». Difícil­ mente hallaríamos otro recurso más poderoso para cautivar la aten­ ción del educando. El realismo del objeto o la representación sensible supera la ri­ gidez de la forma abstracta o el esquema árido por la riqueza de su expresión. En el método audio-visual los sentidos encuentran un aliciente y un motivo de recreo, que sujeta con matices de novedad y variedad de detalles la inestabilidad del sentido, siendo al mismo tiempo una fuente de satisfacción para el estudiante. IV Esencialmente la educación es una operación inmanente, por tanto, no está sujeta directamente a la violencia, ni puede ser im ­ puesta; es una obra personal, ya que el primer agente de la edu­ cación es el mismo alumno. «La obra del educador, dice Gentillini, consistirá en prestar con amor y esmero al educando una ayuda subsidiaria y externa con el fin de inducirle a la formación propia y, al mismo tiempo, de ayudarle en cuanto a la dirección, rapidez

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