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FR. CLAUDIO DE V ILLARR IN 2 2 3 afectividad, que alteran el contenido de las percepciones. Luego la actividad fantástica, no precisamente creadora, que interrumpe la atención. «Aún cuando estén bien desarrolladas las funciones inte lectuales y volitivas en los adolescentes y en los jóvenes, apunta el P. Gemelli, frecuentemente están paralizadas para el ejercicio. En la clase están aturdidos, desatentos y como desorientados frente a los problemas que les propone el profesor y que ciertamente pueden resolver» (15). Pero veamos ahora cómo el método audio-visual supera el vicio de la irreflexión y la superficialidad, efecto de un exagerado impre sionismo, y cómo coopera ventajosamente a una acertada educa ción, evitando éstos defectos que malogran la asociación de ideas. «El niño por la debilidad de sus facultades intelectuales y el ado lescente por la viveza e impresionabilidad de su fantasía tienen una dificultad enorme para fijar la atención en un mismo objeto, aunque no sea sino por breves momentos. Los sentidos juveniles impresio nables por extremo son arrastrados de uno a otro objeto de donde resulta, que sus impresiones son poco estables, y es casi imposible edificar sobre ellas cosas consistente» (16). Apuntemos ya que hay un intercambio mutuo entre la atención y el interés. El interés participa de las ventajas de la atención y viceversa, como si fueran dos seres que viven en sociedad perfecta. El interés suscita la atención y la atención aviva el interés. «La primera causalidad — son ideas de Herbart— que una representa ción o idea, que por interés sobresale entre las demás, ejerce sobre éstas consiste en obscurecerlas y relegarlas a segundo término, fi jando con preferencia e involuntariamente (independientemente de la voluntad) la atención en el objeto» (17). Dos elementos señalaríamos como definitivos en la representa ción sensible, que aúnan las fuerzas dispersas del alumno: un ele mento cognoscitivo y otro sentimental; pues bien, el método audio visual hace posible una mayor asociación de sensaciones, que for man una imagen más perfecta y, por tanto, una idea distinta. La aprehensión del sujeto será también más efectiva, ya que experi menta sensaciones diferentes, que coinciden en un punto común, la representación sensible. Y al estudiante no le será tan fácil emanci- ( 15 ) Op. cit., p. 227 . ( 16 ) P. Ruiz Amado: La educación intelectual. Barcelona, 1942 , edic. 2 .*, tom . I, art. I, p. 56 . ( 17 ) Cit., por P. R u iz Amado, ibid.
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