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FR. CLAUDIO DE V ILLARR IN 221 Si a una imagen ~visual o acústica asociáramos otros elementos, como el trabajo mecánico o las sensaciones de una experiencia, en­ riqueceríamos el influjo de esa forma inhibida en la conciencia, que anularía los efectos de la exaltación juvenil. Mal procedimiento sería la violencia que el muchacho temperamentalmente no resiste. Una insistente suavidad obtendría mejores resultados y nos parece más acertada. Aún para corregir las exageraciones de la imaginación y para iniciar una educación positiva o para sacar al educando del alela- miento en que está sumergido, a consecuencia de su estado psíquico, el realismo expresivo del objeto, o su forma sensible, posee ventajas insuperables, pues nutre la imaginación de elementos objetivos y permite al educando percibir el objeto con el mínimo esfuerzo. III Punto aparte merece el tema de la atención, ya que participa esencialmente en el proceso intelectual. «La tención, dice Barth, es el alma de la instrucción. Influye en la adquisición del conocimiento y es uno de los elementos que de­ terminan sus posibles variaciones. Así afirma W . James, que la «edu­ cación que lograse afinar la atención sería la educación por ex­ celencia». Necesita el sujeto un contacto inicial con la realidad para luego formar conceptos, ya que sin esta relación previa, que subs­ tancialmente constituye la noción de atención, no habría conoci­ miento objetivo. Decíamos intencionadamente «del sujeto», puesto que no es un acto aislado de una facultad, sino más bien un estado psíquico, una composición de lugar, una realidad compleja con una orientación concreta hacia el objeto. Aún las posibles divisiones y subdivisiones que hace la Lógica al estudiar la idea: oscura, clara, distinta..., serían una modificación sensible de la relación funda­ mental que hay entre el sujeto y el objeto. La claridad está en ra­ zón directa de la atención. «El conocimiento que se adquiere sin atención, dice Balmes, es siempre ligero, superficial, a menudo inexacto, cuando no totalmen­ te errado... Es de la mayor importancia adquirir un hábito de aten­ der a lo que se estudia o se hace; porque, si bien se observa, lo que nos falta a menudo, no es capacidad para atender a lo que vemos, leemos u oímos, sino aplicación del ánimo a aquello de que se trata... Un espíritu atento multiplica sus fuerzas de una manera increíble;

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